Juan Pérez Ventura
Después de varias crisis económicas, parece que finalmente
hemos interiorizado y aceptado que existe la lucha de clases. No hace falta
mantener un discurso radical para defender la idea de que en la sociedad actual
existen distintas clases, y que éstas se encuentran en constante lucha por la
defensa de sus intereses respectivos, que pocas veces coinciden entre clase y
clase. Hoy en día cualquier persona con algo de conciencia y buena información
sabe que pertenece a una clase social.
Siguiendo la lógica de la jerarquía, la clase de arriba
controla a la de abajo. El poder siempre está arriba en la pirámide de las
clases sociales. En cuanto a las formas que tiene el poder de controlar a las
clases dominadas, es muy interesante la visión que aportan dos autores: George
Orwell, famoso por sus obras ‘Rebelión en la granja’ y ’1984′, y Aldous Huxley,
muy conocido también por su libro ‘Un mundo feliz’.
Las ideas de Orwell y de Huxley, aunque diferentes, apuntan
en una misma dirección: existe una clase dominante que controla a una clase
dominada sin que ésta sea consciente. Para cada autor los modos de control son
diferentes, pero vienen a demostrar que la lucha de clases la están ganando las
clases altas, tal y como ellas mismas reconocen. Warren Buffett, uno de los
hombres más ricos del mundo, dijo en el año 2006 que: “Claro que hay una guerra
de clases, y es mi clase, la de los ricos, quienes la estamos ganando.”
Orwell: nos controlan a través de lo que no nos gusta
¿Qué es lo que menos nos gusta? El miedo. A nadie le gusta
pasar miedo. La persona que vive con miedo no es dueño de su vida, pues está a
merced del miedo y de quien se lo transmite. Eso lo han entendido muy bien las
clases dominantes, que saben que es más fácil controlar a una población
atemorizada que a una libre de miedos. Por ello hoy en día el uso del miedo en
la política es muy frecuente.
Se han desarrollado teorías que hablan del miedo como el
principal factor de control, como la “Doctrina del Shock”, propuesta por Naomi
Klein, que señala al sistema capitalista como principal culpable en la
dispersión del miedo. Según Klein el sistema aprovecha momentos de terror y
confusión como desastres naturales, atentados terroristas o crisis económicas
para llevar a cabo políticas neoliberales, intentando que la población no se de
cuenta, y excusándose en que “no queda otro remedio”.
El miedo no sólo se utiliza a nivel nacional para que los
gobernantes de un país consigan llevar a cabo políticas económicas o sociales,
sino que también se aplica a escala global para consolidad un sistema de
bloques que hemos analizado en muchas ocasiones en esta web. La división del
mundo en Centro-Periferia o entre Occidente y el resto motiva ciertas tensiones
que, ante los ojos de la ciudadanía, han de quedar muy bien explicadas: “ellos
son los malos y nosotros los buenos”.
Así, tal y como está configurado el mundo actualmente,
tenemos una serie de países que han sido utilizados por Occidente para generar
miedo entre su población. Países acusados de patrocinar el terrorismo (Irán,
Libia, Siria…) o países relacionados con la falta de libertad (Cuba,
Venezuela…) son objeto de ataques mediáticos en Europa y Estados Unidos, y
sirven como elemento de “unificación social”, de forma que la población
occidental apoya a sus líderes cuando se enfrentan a este tipo de países tan
indeseables. El uso del miedo a escala global se analiza con más profundidad en
el siguiente artículo:
Huxley: nos controlan a través de lo que nos gusta
Nos gusta estar distraídos. Como seres humanos tenemos esa
necesidad de escapar por un momento del mundo real y relajarnos en un mar de
programas de televisión, lecturas de revistas, redes sociales… No hay nada malo
en abstraerse de la realidad de vez en cuando y distraernos con las cosas que
nos gustan. El problema es que hoy en día no nos distraemos un rato, sino que
vivimos distraídos. Y lo peor es que lo sabemos. Y nos gusta.
Es mucho más cómodo estar sentado en el sofá viendo la
televisión que mirar por la ventana e intentar comprender cómo funciona el mundo
y pensar en cómo se pueden cambiar las cosas. El poder de atracción de
elementos como los videojuegos, la televisión, el deporte o la vida íntima de
los famosos es mucho mayor que el interés por saber la verdad sobre el mundo en
el que vivimos. Pero esta dura realidad no es fruto de un intrínseco gusto por
la ignorancia por parte del ser humano, sino que es fomentada por parte de las
clases dominantes.
El ser humano es curioso por naturaleza. Le gusta hacerse
preguntas y conocer cosas. El estado de ignorancia y de pasividad actual ha
sido artificialmente creado por el poder, a través de complejos mecanismos de
desinformación y con una variada oferta de productos distractores. De forma
que, aunque hay buena parte de culpa en la propia ciudadanía, que se deja
seducir y distraer, lo cierto es que es el poder el responsable principal de
que la sociedad actual sea una sociedad inculta, desinformada y fácilmente
manipulable.
Por ello una de las formas que tenemos para escapar del
control de las clases dominantes es no dejarnos informar por ellas. La
información es el arma más valiosa en la sociedad actual, y hoy en día está en
manos del poder. Por eso no hay que dejarse informar, hay que informarse. A un
ciudadano bien informado es mucho más complicado engañarle, y ese ciudadano
bien informado será más libre que el que disfruta sentado en el sofá viendo la
televisión.
PROFUNDIZAR EN EL ANÁLISIS: Además de distraernos con los
medios de comunicación, las tesis de Huxley también consideran como elemento
atractivo que permite el control de la población a través del gusto el consumo.
Una sociedad consumista es más fácilmente controlable, pues la producción de
bienes de consumo también está controlada por las clases dominantes. En este
aspecto es interesante el análisis que se hace en el siguiente artículo: La
sociedad de consumo: vivir es consumir.
La realidad: nos controlan
Sea a través del miedo, como defiende Orwell, o a través de
distracciones que nos gustan, como mantiene Huxley, lo cierto es que, de una
forma u otra, estamos siendo controlados. Esa es la realidad.
El sistema de clases sociales se mantiene precisamente porque
existe ese control por parte de las clases dominantes, que disponen de muchas
más herramientas para conservar su privilegiado estatus social. A través de los
medios de comunicación, de la religión, de las empresas multinacionales, de las
guerras… incluso a través de la democracia.
Una vez identificados los modos de control, lo que debe
hacer la ciudadanía es luchar por su libertad. ¿Cómo? Contra la desinformación,
información, contra el miedo, valor.
Aunque es complicado llegar a un estado de libertad total,
el simple hecho de saber cómo funciona el mundo y ser consciente de que existe
este sistema de control de clases ya es un pequeño logro. Y si es imposible
ganar la lucha de clases, tampoco pasa nada. Siempre nos quedará el sofá.