Por: Roland Denis.
La conspiración corre por el silencio, la miseria hecha
ministerio
Estamos ante una situación donde se devela uno de los
aspectos más miserables de la arrogancia del poder constituido, y además lo que
el mismo forza como actitud refleja dentro de las organizaciones populares: el
silencio y la complicidad que el mismo silencio supone. Se ha producido una
masacre perpetrada por paramilitares en la zona del Perijá donde mueren
torturados y asesinados el yerno del cacique Sabino, su hermano Alexander quien
tuvo un comportamiento ejemplar mientras estuvo preso en la cárcel de Trujillo
junto a Sabino y un primo. Los tres en una casa dentro la hacienda Las Flores
tomada hace unos meses por el movimiento indígena son sacados y asesinados de
inmediato por estos sicarios colombianos contratados por ganaderos. Además ese
mismo día en el Zulia igualmente es asesinado Pedro Díaz, dirigente campesino
ya amenazado y con varios atentados encima. Ayer acaban de asesinar a otro
dirigente campesino del movimiento Jirajara.
Lo cierto es que estamos ante una masacre que avanza y que
tiene un solo propósito: exterminar todos los focos de resistencia indígena y
campesina en la zona en función de hacer perdurar el dominio de los grandes
ganaderos y abrir paso definitivamente a la explotación de minerales, empezando
por el carbón que supondría un verdadero desastre ecológico para todo el estado
Zulia y el fin de las comunidaes Yukpas y Wuayú en el norte y el centro de
Sierra de Perijá. Demasiados interes nacionales y transnacionales presionan en
ese sentido, dentro y fuera del gobierno hasta el punto de convertir a la
Guardia Nacional, ministerios del Interior y de Comunidades Indígenas,
instituciones como Corpozulia y sus entes afiliados, en instrumentos directos
de esta presión que ya en los últimos dos años se ha convertido en una
represión criminal que no se detiene. La labor en este sentido del Nilcia
Maldonado es verdaderamente miserable, ya que no solo asume una posición
abiertamente contraria y criminalizante de la resistencia y una suma de
declaraciones donde prácticamente invita a que asesinen al cacique Sabino, sino
que utiliza todos los poderes que las chequeras de Estado le dan para intentar
dividir las comunidades indígenas golpedas por la miseria y un proceso largo de
transculturización que le ha quitado fuerza y consistencia a muchas comunidades
sobretodo Yukpas. Por demás, esta política de la casita y el vehículo por la
consciencia y la identidad la ejerce dentro de todo el movimiento indígena. Sin
embargo el proceso de división se ha ido revirtiendo y hoy estamos viendo como
se produce un movimiento inverso de reagrupación resistente y mayoritaria de
comunidades y caciques que pone contra la pared a la burocracia, hechos que se
ratifican dentro de las comunidades Yukpas, pero también en Amazonas donde el
movimiento indígena se cansó de ser pieza de intereses que luego lo traicionan.
Fenómenos que también explican en parte los empujes asesinos de este año por
desesperación del poder.
El silencio se convierte entonces en la estrategia de los
miserables, garantía de impunidad, muerte al pueblo verdadero que necesita de
la revolución no la declara o vive de ella. Ningún contexto, ya sea electoral o
la presencia y acción de evidentes enemigos mundiales del proceso revolucionario
justifican el no decir, la invisibilización, el ignorar la sangre que todavía
se derrama en medio de la lucha popular. Un gobierno que suponía la victoria de
las fuerzas populares, el de Paraguay, acaba de caer ignorante y obviamente
cómplice de las masacres a campesinos que en las últimas semanas se había
producido en el Paraguay. Vemos como esta sangre derramada dentro del contexto
de gobiernos que llaman “progresistas” pareciera que no tuviese la más mínima
importancia y solo la derecha con el obvio interés de desgastar procesos
transformadores y los gobiernos que deberían ayudar a potenciar, la denuncia o
al menos la visibilice. Faltó que los propios campesinos paraguayos se
defendieran con sus propias armas para que el gobierno caiga desplomado y el Lugo
cumpla su rendición ya anticipada.
No obstante no es solo el silencio oficial quien conspira
contra toda revolución. Preocupa quizás hasta mucho más que las mismas
organizaciones de base, quiéranse chavistas o cual sea su identidad política
vayan perdiendo el reflejo fundamental de la presión, la denuncia, la acción
movilizadora ante hechos como este. Se mimetizan con este silencio
institucional conspirativo y a la final terminan haciendo parte de un
movimiento que solo busca socavar el alma rebelde que todo pueblo necesita para
defender su propio proceso de liberación. La sensibilidad ante el sufrimiento y
la tortura a la cual cual son sometidos nuestros propios pueblos, al perderse
se pierde cualquier argumento y razón de verdad que permita abrir el horizonte
revolucionario. Estas democracias de mafiosos y carroñas burguesas ciertamente
nos desgastan a nosotros mismos, nos ponen a jugar un papel de payasos
oportunistas -silencios justificados en la hiperestrategia de la acumulación de
fuerzas jamás cumplida- que a la final nos pudre por dentro, nos deja sin
palabra y sin el orgullo básico que toda fabricación revolucionaria necesita.
Acusen todo lo que les da la gana a la derecha de
conspiraciones y segundas agendas que seguro la tienen y por regla necesitan
desplegar para quebrar a los pueblos e imponer su imperio. Pero esa es una
conspiración evidente, casi natural y necesaria al mundo de propietarios y
despótas que necesitan conservar.
Problemática y desesperante el la
conspiración dentro de los aparatos, sistemas públicos de comunicaciones y
miserables personajes como esta ministra Maldonado, sin que se produzca una
reacción vital y contundente de nosotros mismos. Necesitamos a como de lugar de
un sistema libre y militante de articulación y comunicación que nos saque de
tal ostracismo y nos ponga de nueva en la lucha por el poder autogobernante y
revolucionario que nos es indispensable.
Vivan nuestros luchadores indígenas y campesinos
Abajo el silencio
Fuera la miserable ministra