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Revolución Continental

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domingo, 7 de septiembre de 2014

¿GATOPARDIANO CIERRE PARCIAL DE LA FRONTERA?



 Por: Freddy Araque

Hay una historia que se vive al margen de la de la galaxia mediática, no refrendada por ésta en el producto que pertinazmente vomita para servir a inconfesables designios y a intereses de quien paga la cuenta por sus “buenos” o menesterosos oficios,  y que ineluctablemente también como la otra  habrá de  llevarse el viento…

He ahí la gran fortaleza de toda vitalidad humana y natural ante la otra cara del dominio. Es la historia del hombre común, sin filtro ni fronteras, que es capaz de ir y venir por todas y a todas partes.

No es asunto actual ni exclusivo la guerra económica, ciertos sectores del gran empresariado “nacional” y la gran burguesía apátrida a finales de la década del cincuenta, retomaron el poder en alianza con los sectores más retrógrados, incluido el religioso, para advenimiento de la “democracia” puntofijista, utilizando a los sectores más humildes y por supuesto el discreto celestinaje que siempre merodea soterradamente  bajo los partidos políticos, y por supuesto a través de la embajada norteamericana como la gran titiritera operadora de todos los hilos que van a dar a la mar tenebrosa del imperio del tío Sam.

Después de derribado el gobierno perejimenista atizaron las contradicciones implícitas en la guerra fría y tomaron el control de nuestra industria petrolera, repartiéndose y jugándose a los dados al igual que los soldados romanos con las ropas de Jesús la patria entera. Lo demás es harto sabido; fallida lucha armada y represión bajo férula de la doctrina militar Casa de las Américas, la gran deuda social acumulada, la chucuta nacionalización petrolera denunciada por Pablo Pérez Alfonso, la posterior privatización petrolera encomendada a Luis Giusti, finalmente develada por las nefastas acciones de la nómina mayor en 2003, tras el fracasado golpe de abril anterior y los sucesivos escenarios de desestabilización violencia, y otros disfrazados en comparsas electorales sucesivas, desde la llegada de Chávez al poder.

Por estos lares desde la infancia siempre oímos a las personas mayores referirse con gran respeto a la figura del ex presidente Marcos Pérez Jiménez, otros sencillamente lo mentaban como “mi general”, para evocar cualquier asunto que involucrara la impronta de su figura política y su nostálgico recuerdo, “en ese tiempo se podía dormir con las puertas abiertas sin ningún temor de que a uno lo robaran”, “cualquier borracho dormía en la acera y despertaba con plata en los bolsillos”, “había trabajo por todos lados y no se conocía el hambre, no había tanta carestía”, “de las obras, carreteras y autopistas que hizo ni hablar, el puente sobre el lago de Maracaibo, El hotel Humboldt y su teleférico,  y aquí, en nuestra ciudad, pa’ muestra el botón del hospital Central que tanto le criticaron como obra faraónica y que hoy día se queda chiquito ante las necesidades de la salud, y qué me dice del viaducto, la Casa Sindical, y tantas obras que son interminables con que apuntaló bajo el Nuevo Ideal Nacional, un proyecto real de desarrollo  estructural para el país”.

Sosteniendo su pipa ensalmada, en la otra acera, con sempiterna cara de lechuza, viéndonos desde su agorero retrato siempre topábamos con el gran hermano Rómulo y la salmodia de  su atiplado discurso, desde aquellos tiempos de mala leche y mala república —hasta arruinarnos tercamente el concierto de Queens— con aquel amañado lastre de infundios: “Pérez Jiménez fue un dictador, un asesino que encarceló y torturó con la S.N. a miles de políticos”; “a Leonardo lo entregaron los mismos adecos que negociaban con Pedro Estrada quien a su vez de igual modo se entendía con dineros de la CIA”; “un corrupto y ladrón que se robó la plata del pueblo y hasta dejó olvidada en su afán de huir en la vaca sagrada aquel 23 de enero una maleta repleta de dólares”.

Eso y más… era más o menos lo que se comentaba en la cotidiana realidad de la gente; cuando tuve oportunidad de viajar a otros estados y ciudades del país pude cotejarlo…

No es sensato pensar en monedas de una sola cara, cuando nuevos aires de revolución cuajan en el contínuum de la historia, asunto del que la dialéctica marxista pueda brindarnos luz perpetua.

El militarismo bajo la égida nacionalista que identificó a Pérez Jiménez y Perón y ciertos militares progresistas, tal vez no fuera del agrado de corrientes izquierdistas en América latina, menos lo sería del imperialismo gringo y sus adláteres, de ahí que haya sido Hugo Chávez, ojo zahorí, quien más se haya percatado en reconocerlo, hasta llegó a visitar al general Marcos Pérez Jiménez, todavía en vida, en su postrera residencia de Madrid; con antecedentes chiriperos, al arribo de la Revolución Bolivariana, nuestra izquierda miope tuvo que pasar agachada, entre tanta historia manoseada o autoedulcorada.

El glorioso partido comunista venezolano junto a adecos, copeyanos y urredistas en cayapa, fueron enjundioso caldo de cultivo —junta patriótica incluida— para la salida del dictador tachirense, quien, a pesar de tantos pecados a cuestas, eliminó ranchos en la periferia de la capital al construir y adjudicar viviendas en urbanizaciones para clases desposeídas, también  bajo especializada planificación pretendió descentralizar la capital e industrializar el país, sembrar vías férreas, crear empresas siderúrgicas, además de impulsar un gran desarrollo como potencia nuclear que le había sido encomendado al brujo de Pipe en colaboración de científicos internacionales, cosa que no fue del agrado de la Casa Blanca, y así entre delaciones y traiciones se fue armando la gran guarimba aquella del 23 de enero —toponimia actual a la que sin discriminación todos reivindican como querencia natural— que dio al traste con la dictadura.

La propaganda y contrapropaganda, o guerra mediática de entonces, no les fue menos infiel, hay gente que recuerda pasquines donde una “amante” del dictador salía en una foto con una teta amputada por éste, y reportajes donde se reconocía al igual que el cuidado a su rejuvenecimiento el gusto que como buen gourmet  Pérez Jiménez tenía por comerse los bebés de pocos días de nacidos.

Ateniéndonos, en especie de déjà vu, con todas las diferencias del caso, comparable a los estigmatizados Sadam Hussein, Gadafi, Bashr Al Asad, el “dictador” más apetecido y reciente, Hugo Chávez no les dio el gusto de huir a ninguna parte ni de caer como mango bajito cual la canalla pretendió empeñosamente desde su arribo al poder, y quien no descansa en lanzar su caballería rusticana contra su relevista Nicolás Maduro, obrero y conductor de autobús con mucho orgullo, a quien un cierto y considerable número de choferes piratas, gasolineros y contrabandistas de productos de la cesta básica en nuestra frontera común, devotamente jurando por San Emilio, conocer a su mamá, haberse criado y haber jugado al futbol con él, en el mismísimo barrio Carora de Cúcuta, sin explicarse ni explicar, ante esta súbita restriccion del paso fronterizo ¿por qué ser colombiano y cucuteño es estigma en unos casos y en  otros, como ser ficha del Real Madrid, no?

Por nada del mundo pudiera ser que la muerte física del comandante Hugo Chávez incubara la muerte también de la revolución bolivariana y del espíritu revolucionario que es consustancial con el venezolano por más mediaciones del discurso y la praxis política. Cincuenta años nefastos de cuarta república no se pueden barrer y guardar debajo de la alfombra de fácil manera; acto inútil igual es subestimar la memoria colectiva tan deportivamente.

El jujú con el saqueo impune de divisas y el diferencial cambiario de nuestro coñaceado bolívar con respecto al fisgón dólar imperial y otras monedas carroñeras por parte del sector empresarial de clara estirpe opositora al gobierno, robo de dineros públicos, desastre administrativo, corrupción de la sociedad en sus estratos más frágiles a través del juego de envite y azar, 5 y 6, loterías, casinos, evasión de impuestos, alcohol, mercado de drogas lícitas e ilícitas, tantas plagas de Egipto que nuestro pueblo ha tenido que soportar en este festín de Baltazar de infames adecos y copeyanos hoy camuflados con recicladas nomenclaturas en la mesa de Alí Babá.

En este país de estirpe bolivariana bien llamado Venezuela nadie se chupa el dedo, la lista es larga como la de CADIVI —que no debe descansar en paz— ante el renaciente fénix CENCOEX, y sabido es que el destino de la REVOLUCIÓN no lo mide una ineficaz gestión de gobierno o de desgobierno más bien, ni de una élite aventurera venida menos, ahora convertida en boliburguesía de la noche a la mañana, que quince abriles no es nada como el tango rezonga, a estas venezolanas y venezolanos de ahora no los van a joder los opositores abyectos con sus cantos de ballena ni falsos los chavistas ni impostores revolucionarios de cliché y lugar común, ni mucho menos corruptos salta talanqueras adentro y afuera, enquistados en el aparato burocrático que nunca van a un barrio adentro o a un hospital público, ni hacen cola de ocho y doce horas en Mercal, donde la mayoría de los productos relevantes de la cesta básica escasean y sólo abundan en la Parada de Cúcuta en sana paz con la complicidad de  paramilitares, donde las patrullas de policía son utilizadas para vender gasolina a la vista de los más pingos, donde camiones y cavas con productos de primera y última necesidad son escoltados por funcionarios militares para que lleguen a su destino, mientras un teniente, un sargento y unos soldados son detenidos como chivos expiatorios del inveterado negocio del contrabando mientras engordan algunos superiores, donde la mayor parte de la población degenerada está dedicada a vender gasolina y los más toches a vender harina pan para que Alimentos Polar exija más divisas, mientras otros transportan gandolas y camiones  de cemento sin que a nadie se le agüe el ojo; en un país donde nos jactamos de tener las reservas más grandes de petróleo y de gas, nuestra población en su gran mayoría lleva meses y meses sin recibir el servicio de gas doméstico mientras nunca falta en los aledaños a la ciudad de Cúcuta y su ancha y ajena  frontera, mientras los repartidores de gas en sus camiones hacen su agosto todo el año bajo la anuencia de su director midas, la Revolución no puede ir más de capa caída en estos pagos de dios, donde nunca se ganan elecciones a menos que se pacte con el diablo, por eso el pueblo ferviente invoca a la virgen de la Consolación, al Santo Cristo de la Grita, que hasta ahora parecen ser sordos a sus ruegos, no así místicamente, para Capriles y Vielma Mora, fotografiados y hermanados en la fe, más no en la política, no hay mal que dure cien años ni engaño que lo resiste.

El gatopardiano cierre parcial de la frontera no desmiente los hechos señalados, en reciente alocución televisiva nuestro actual gobernador señaló que algunos habitantes de la frontera, lejos de preocuparse por asuntos inherentes al contrabando mismo, le manifestaron, que “después de varias décadas al fin podemos dormir tranquilos”; ante este zigzagueo  verbal, entre significantes y significados, al cual nos tiene tan acostumbrados el capitán Vielma Mora, ¿cómo eludir los 15 abriles de Hugo Chávez que no volverán…?

“Con la ley de precios justos me limpio el fundillo porque no se consigue papel tualé”, aunque en verdad nunca se vio tanto en el comercio y la calle sin que la diarrea fuera imperativo de su demanda; a esto se antepone la burla risible de sectores opositores y partidarios de la especulación desatada, ampliamente después del 07 de octubre de 2012 a todos los niveles del espectro económico y comercial venezolano, con la consabida e irónica frasecita “… pero tenemos patria”, en alusión al Plan de la Patria propuesta por Hugo Chávez, no se corresponde sin duda con ninguna lógica del sentido, nadie celebra cuando se le da una patada a un perro sin motivo ni razón, cuando se maltrata o se golpea a un niño, a una mujer desvalida o a un anciano indefenso, cuando se derriba un árbol sin justificación alguna, igual es cuando se maltrata a la patria, cuando se comete usura y se especula vorazmente contra el salario de los trabajadores humildes quienes son los productores de la riqueza que disfrutamos todos, en fin que la patria es el hombre como dijo Alí, y no podemos anteponer ante ella mezquinos intereses de una parcialidad política, porque historia de la humanidad  es la historia de la lucha de clases, como nos fijó al recuerdo Carlos Marx en el manifiesto comunista, y no en vano, y sin retóricas, también José Martí le acompañó en su intención cuando dijo, con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar; no obstante, ante tales admoniciones y hechos comprobados, nuestra clase política es burriciega —como dice mi amigo Curro Zambrano— y , además, agregan mis paisanos arrechos de la frontera, sorda a lo que ya se ha escrito y se escribirá por siempre en la vida diaria de cada uno de nosotros herederos de la patria grande.


fredy.araque@gmail.com