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Revolución Continental

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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Colombia en la encrucijada

Enrique Contreras Ramírez

Para muchos analistas internacionales, el nuevo reinicio de los diálogos de paz en Colombia, es producto del cerco militar que tendió el Estado colombiano a la guerrilla, bajo la asesoría norteamericana.
            
Otros, indican que el cansancio de tantos años de lucha y la falta de condiciones políticas para seguir desarrollando al movimiento guerrillero, lo que  ha conducido a la alta dirigencia de la FARC-EP a buscar este conversatorio de diálogo, para hacer vida legal dentro del Estado y “conquistar” de esta manera las posibilidades de algunos escaños en el Congreso y poder participar con un candidato a las elecciones presidenciales a corto o mediano plazo.
            
Independientemente de las causas, que motivan éste llamado “diálogo” y que sienta en la misma meza a la guerrilla y a la derecha más recalcitrante de toda América Latina y el Caribe, no es menos cierto, que detrás de todas estas negociaciones se encuentra Fidel Castro, Hugo Chávez y el Presidente de Colombia el señor Santos.

Cuando el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anuncio de manera oficial que se abriría nuevamente los diálogos de paz con la guerrilla, yo me encontraba en la ciudad de Medellín, capital del Departamento de Antioquia, asistiendo a un seminario sobre la realidad geopolítica de América Latina, en la Universidad Nacional de Antioquia,  allí tuve la oportunidad de conversar con algunos colegas de los medios sobre el tema, donde se analizaba, aparte de la noticia anunciada, la habilidad y la inteligencia de Juan Manuel Santos, al colocar al gobierno cubano y al gobierno venezolano al servicio de los intereses de los conglomerados económicos que manejan el continente, pues se sabe claramente, que el Plan Colombia y el ALCA, son la expresión de los planes de recolonización que el imperio del capital, a través del neoliberalismo globalizado, impulsa y ejecuta para América Latina y el Caribe junto al Plan Puebla Panamá.

Creo que dentro de éste contexto, hay que analizar lo que está sucediendo en Colombia, con respecto a estos llamados “diálogos para la paz”, si es que queremos ir al trasfondo de toda esta situación y evitar como decía Lenin que “el árbol nos impida ver el bosque”.

EL PLAN COLOMBIA

Particularmente creo, que el Plan Colombia se encuentra desarrollándose de manera acelerada, uno de sus objetivos era la de acabar con el único sector alzado en armas en América Latina, con cierto poder de fuego, de organización político militar, pues independientemente de lo que se pudiera decir, representaba un gran obstáculo, para el desarrollo de los planes de los grandes conglomerados, sobre todo en la Amazonía, planes que ya Brasil y Venezuela echaron andar a través del IIRSA a nombre del “desarrollo y bienestar de los pueblos”.

Ver los diálogos de paz, como un problema eminentemente local y aislado o fuera de las políticas del neoliberalismo globalizado, sería una ingenuidad o una conveniencia para los que pretenden ocultar, lo que hay detrás de todo esto.

Colombia, sin duda, requiere ser pacificada a como dé lugar. El hermano país representa o representaba en América Latina, el único obstáculo, pues la guerrilla estorbaba para los propósitos de dominación globalizante, de allí la prioridad, dentro del Plan Colombia de estos llamados “diálogos de paz”.

Referido al tema del Plan Colombia, el jefe de la insurrección del 27 de noviembre, el General(AV) Francisco Visconti señaló lo siguiente: “Hoy, América Latina continua siendo objeto, cada día más, de la creciente dominación(…)con la participación cómplice de las oligarquías criollas, que intentan mantener bajo su control el área norte de la América del Sur, particularmente el territorio de Nueva Granada (actualmente conocida como Colombia), aplicando para sus fines el llamado PLAN COLOMBIA, que no es más que un plan neocolonial de dominación, con el pretexto de ayudar a éste país a combatir el narcotráfico ¡Que justificación tan trivial!.

Éste plan está enmarcado dentro de objetivos globalizadores de la potencia hegemónica mundial, que junto con sus interesados y sumisos aliados, se proponen aplastar cualquier insurgencia emancipadora de los pueblos de nuestro continente.

Para cualquier inteligencia medianamente ilustrada, resulta muy fácil percibir que el verdadero propósito del PLAN COLOMBIA es erradicar los movimientos insurgentes revolucionarios del hermano país, para evitar su éxito local y que éstos se conviertan en posibles fuentes de inspiración para otros pueblos latinoamericanos”. (Al respecto ver el prólogo del libro “Globalización y Plan Colombia”, de mi autoría).

El avance del capitalismo globalizado, viene desarrollando sus objetivos gradualmente, en colaboración con los gobiernos de la región y sus medios de comunicación, que no dejan de señalar de manera insistente, lo importante de este evento de diálogos por la paz y que beneficiara a todo el continente latinoamericano, además de señalar de manera subliminal que la violencia desarrollada por los “terroristas colombianos” o por cualquier otro grupo armado del continente, no tiene cabida en el nuevo escenario del capitalismo global.

De acuerdo a todo esto, los hombres y mujeres que ofrendaron su vida y que quedaron tendidos a lo largo y ancho de la geografía colombiana, parecen quedar como “triste” recuerdo de lo que no “se debe hacer”, los ideales y el amor por la patria, causas por las cuales dieron sus vidas, el tiempo se encargara de terminar de sepultarlos. Triste, muy triste el papel que hoy juega la comandancia de la FARC-EP, en el panorama político colombiano.

Lo que no se ha dicho en medio de todo éste teatro de claudicación y entrega, es que en los mandos medios de la guerrilla, se ha presentado la protesta y el desacuerdo con la rendición. Hay sectores, que ya están preparando su salida del entorno, para continuar la lucha y seguir perseverando en proseguir los lineamientos y el ejemplo de muchos revolucionarios latinoamericanos.

De todas maneras, la sentencia ya está confirmada por los mandos altos de la FARC-EP, Timochenko así lo señaló: “NO NOS PARAREMOS DE LA MESA DE DIÁLOGO HASTA TANTO NO LOGREMOS LOS ACUERDOS CON EL GOBIERNO COLOMBIANO”.
COLOMBIA EN EL ALCA

Si algo va a incidir, en la economía de Colombia, es el reciente acuerdo firmado  con el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), éste “intercambio comercial”, donde los Estados Unidos de Norteamérica y los grandes conglomerados tienen intereses fundamentales, requería de que Colombia fuera pacificada y donde la guerrilla era su gran obstáculo.

Es importante señalar, aunque parezca una perogrullada, que las políticas económicas del neoliberalismo globalizado persigue su expansión comercial desde Alaska  hasta la Tierrade Fuego. Algunos lo ven como un fenómeno económico y otros como consecuencia del desarrollo del propio modo de producción del capitalismo, en el marco de una nueva ciencia y tecnología, que coloca particularmente a Estados Unidos con ventajas competitivas en su guerra comercial con sus competidores asiáticos y europeos.

Estados Unidos, nunca ha ocultado su voracidad comercial, siempre y en esto ha perseverado en buscar por todos los medios a su alcance, abrir los mercados latinocaribeños, donde le “sugiere” a los gobiernos de la región la eliminación de las barreras a las empresas y productos extranjeros. Para tales fines, ha utilizado la influencia del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio.

¿Qué le va a dar el ALCA a Colombia?, esta interrogante se la puede responder México, allí la miseria aumento, aparte de la que ya había a lo largo y ancho de ese territorio, la pequeña y mediana industria nacional entro a la quiebra y en consecuencia aumento gravemente el desempleo, los transgénicos invadieron el campo mexicano y los campesinos se han visto obligados a abandonar la tierra y la actividad agraria.

Y como si fuera poco algunos economistas han coincidido en señalar que “el ALCA busca asimismo garantizar que los países latinoamericanos liquiden o privaticen sus empresas estatales, calificadas como monopolios, y concedan a las transnacionales el derecho de ingreso, es decir, destruir las empresas nacionales y establecer un nuevo monopolio privado que debe ser protegido por la legislación interna. Las políticas de “flexibilización laboral” reducirán aún más los derechos laborales, particularmente la organización y la negociación colectivas”.

En medio de todo este escenario que nos dibuja el ALCA, se requería necesariamente, eliminar la guerrilla colombiana, para poder ejecutar estos planes y darle rienda suelta a los intereses del gran capital. Allí radica la importancia para Estados Unidos y los conglomerados económicos tener una Colombia totalmente pacificada.

LA OTRA VIOLENCIA

Mientras tanto en Colombia y el resto de América Latina, seguirá desarrollándose la otra guerra, la que avala y promueve el sistema de dominación imperante, la violencia institucionalizada, la que se trata de ocultar pero que aparece y se manifiesta en la cotidianidad de las páginas amarillas de los periódicos, propiedad de la godarria colombiana. Me refiero a esa violencia horizontal, a los muertos que a diario se registran en los hospitales, porque no hay los medicamentos necesarios para salvar la vida, a los sin techo, a los sin tierra, a los excluidos del sistema educativo, a esa inmensa mayoría de colombianos sin trabajo, a los desplazados por la guerra, –entre otras variables- que son la expresión de un problema estructural, que solamente una verdadera revolución de verdad, verdad, podría cambiar.

Esta es la otra cara, que vive el pueblo colombiano, que al igual que el resto de América Latina y el Caribe, se la siguen comiendo y saqueando los grandes conglomerados, bajo la figura de EMPRESAS MIXTAS y la complicidad de los gobiernos que se prestan para cometer semejante fechorías, en acuerdos perversos, no importándoles el caos en que han sumidos a sus respectivos pueblos.

SE ACLARA EL PANORAMA

Pero toda esta situación, tiene como ganancia la particularidad, de despejar el panorama político, de una Colombia y un continente, que ha estado enredado en ideologías, que son la expresión de modelos de dominación, que se empezaron a consolidar a partir de 1.945, terminada la segunda guerra mundial, donde Estados Unidos y la URSS, se pusieron de acuerdo para repartirse el mundo en el llamado acuerdo de Yalta.

Hoy el llamado socialismo real y el capitalismo en su nueva versión (neoliberalismo globalizado), no tienen problema en llegar acuerdos, desde el punto de vista de los intereses del capital y constituir los grandes conglomerados, donde se fusionan los capitales rusos, chinos, norteamericanos, ingleses, franceses –entre otros- para convertir el planeta en simple mercancía, que se puede vender y se puede comprar.

Ahora le corresponderá al pueblo, cuando le llegue la hora de tomar conciencia de su responsabilidad histórica y de su propio protagonismo, adelantar las tareas, junto a los grupos revolucionarios que le puedan aportar avances, en aras de conseguir el proceso emancipatorio donde la justicia social se coloque en primer plano en el colectivo colombiano.

Las luchas del movimiento indigenista de Colombia, son ejemplo de la tarea que tiene que desarrollar la masa trabajadora del campo y la ciudad, los estudiantes, los profesionales y todos aquellos que consideran que tener otro modelo de  civilización es posible, tener otra Colombia distinta a la conocida es posible, tarea que poco a poco tendrá que darse a mediano y largo plazo para que como dijera el cura Camilo Torres Restrepo “la próxima generación de colombianos no sea de esclavos”.