Enrique Contreras Ramírez
Para muchos analistas internacionales, el nuevo reinicio de
los diálogos de paz en Colombia, es producto del cerco militar que tendió el
Estado colombiano a la guerrilla, bajo la asesoría norteamericana.
Otros, indican que el cansancio de tantos años de lucha y la
falta de condiciones políticas para seguir desarrollando al movimiento
guerrillero, lo que ha conducido a la alta dirigencia de la FARC-EP a
buscar este conversatorio de diálogo, para hacer vida legal dentro del Estado y
“conquistar” de esta manera las posibilidades de algunos escaños en el Congreso
y poder participar con un candidato a las elecciones presidenciales a corto o
mediano plazo.
Independientemente de las causas, que motivan éste llamado
“diálogo” y que sienta en la misma meza a la guerrilla y a la derecha más
recalcitrante de toda América Latina y el Caribe, no es menos cierto, que
detrás de todas estas negociaciones se encuentra Fidel Castro, Hugo Chávez y el
Presidente de Colombia el señor Santos.
Cuando el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos,
anuncio de manera oficial que se abriría nuevamente los diálogos de paz con la
guerrilla, yo me encontraba en la ciudad de Medellín, capital del Departamento
de Antioquia, asistiendo a un seminario sobre la realidad geopolítica de
América Latina, en la Universidad Nacional de Antioquia, allí
tuve la oportunidad de conversar con algunos colegas de los medios sobre el
tema, donde se analizaba, aparte de la noticia anunciada, la habilidad y la
inteligencia de Juan Manuel Santos, al colocar al gobierno cubano y al gobierno
venezolano al servicio de los intereses de los conglomerados económicos que
manejan el continente, pues se sabe claramente, que el Plan Colombia y el ALCA,
son la expresión de los planes de recolonización que el imperio del capital, a
través del neoliberalismo globalizado, impulsa y ejecuta para América Latina y
el Caribe junto al Plan Puebla Panamá.
Creo que dentro de éste contexto, hay que analizar lo que
está sucediendo en Colombia, con respecto a estos llamados “diálogos para la
paz”, si es que queremos ir al trasfondo de toda esta situación y evitar como
decía Lenin que “el árbol nos impida ver el bosque”.
EL PLAN COLOMBIA
Particularmente creo, que el Plan Colombia se encuentra
desarrollándose de manera acelerada, uno de sus objetivos era la de acabar con
el único sector alzado en armas en América Latina, con cierto poder de fuego,
de organización político militar, pues independientemente de lo que se pudiera
decir, representaba un gran obstáculo, para el desarrollo de los planes de los
grandes conglomerados, sobre todo en la Amazonía, planes que ya Brasil y
Venezuela echaron andar a través del IIRSA a nombre del “desarrollo y bienestar
de los pueblos”.
Ver los diálogos de paz, como un problema eminentemente
local y aislado o fuera de las políticas del neoliberalismo globalizado, sería
una ingenuidad o una conveniencia para los que pretenden ocultar, lo que hay
detrás de todo esto.
Colombia, sin duda, requiere ser pacificada a como dé lugar.
El hermano país representa o representaba en América Latina, el único
obstáculo, pues la guerrilla estorbaba para los propósitos de dominación
globalizante, de allí la prioridad, dentro del Plan Colombia de estos llamados
“diálogos de paz”.
Referido al tema del Plan Colombia, el jefe de la
insurrección del 27 de noviembre, el General(AV) Francisco Visconti señaló lo
siguiente: “Hoy, América Latina continua siendo objeto, cada día más, de la
creciente dominación(…)con la participación cómplice de las oligarquías
criollas, que intentan mantener bajo su control el área norte de la
América del Sur, particularmente el territorio de Nueva Granada
(actualmente conocida como Colombia), aplicando para sus fines el llamado PLAN
COLOMBIA, que no es más que un plan neocolonial de dominación, con el pretexto
de ayudar a éste país a combatir el narcotráfico ¡Que justificación tan
trivial!.
Éste plan está enmarcado dentro de objetivos globalizadores de
la potencia hegemónica mundial, que junto con sus interesados y sumisos
aliados, se proponen aplastar cualquier insurgencia emancipadora de los pueblos
de nuestro continente.
Para cualquier inteligencia medianamente ilustrada, resulta
muy fácil percibir que el verdadero propósito del PLAN COLOMBIA es erradicar
los movimientos insurgentes revolucionarios del hermano país, para evitar su
éxito local y que éstos se conviertan en posibles fuentes de inspiración para
otros pueblos latinoamericanos”. (Al respecto ver el prólogo del libro
“Globalización y Plan Colombia”, de mi autoría).
El avance del capitalismo globalizado, viene desarrollando
sus objetivos gradualmente, en colaboración con los gobiernos de la región y
sus medios de comunicación, que no dejan de señalar de manera insistente, lo
importante de este evento de diálogos por la paz y que beneficiara a todo el
continente latinoamericano, además de señalar de manera subliminal que la
violencia desarrollada por los “terroristas colombianos” o por cualquier otro
grupo armado del continente, no tiene cabida en el nuevo escenario del
capitalismo global.
De acuerdo a todo esto, los hombres y mujeres que ofrendaron
su vida y que quedaron tendidos a lo largo y ancho de la geografía colombiana,
parecen quedar como “triste” recuerdo de lo que no “se debe hacer”, los ideales
y el amor por la patria, causas por las cuales dieron sus vidas, el tiempo se
encargara de terminar de sepultarlos. Triste, muy triste el papel que hoy juega
la comandancia de la FARC-EP, en el panorama político colombiano.
Lo que no se ha dicho en medio de todo éste teatro de
claudicación y entrega, es que en los mandos medios de la guerrilla, se ha
presentado la protesta y el desacuerdo con la rendición. Hay sectores, que ya
están preparando su salida del entorno, para continuar la lucha y seguir
perseverando en proseguir los lineamientos y el ejemplo de muchos
revolucionarios latinoamericanos.
De todas maneras, la sentencia ya está confirmada por los
mandos altos de la FARC-EP, Timochenko así lo señaló: “NO NOS PARAREMOS DE LA
MESA DE DIÁLOGO HASTA TANTO NO LOGREMOS LOS ACUERDOS CON EL GOBIERNO
COLOMBIANO”.
COLOMBIA EN EL ALCA
Si algo va a incidir, en la economía de Colombia, es el
reciente acuerdo firmado con el Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA), éste “intercambio comercial”, donde los Estados Unidos de Norteamérica
y los grandes conglomerados tienen intereses fundamentales, requería de que
Colombia fuera pacificada y donde la guerrilla era su gran obstáculo.
Es importante señalar, aunque parezca una perogrullada, que
las políticas económicas del neoliberalismo globalizado persigue su expansión
comercial desde Alaska hasta la Tierrade Fuego. Algunos lo ven como
un fenómeno económico y otros como consecuencia del desarrollo del propio modo
de producción del capitalismo, en el marco de una nueva ciencia y tecnología,
que coloca particularmente a Estados Unidos con ventajas competitivas en su
guerra comercial con sus competidores asiáticos y europeos.
Estados Unidos, nunca ha ocultado su voracidad comercial,
siempre y en esto ha perseverado en buscar por todos los medios a su alcance,
abrir los mercados latinocaribeños, donde le “sugiere” a los gobiernos de la
región la eliminación de las barreras a las empresas y productos extranjeros.
Para tales fines, ha utilizado la influencia del Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio.
¿Qué le va a dar el ALCA a Colombia?, esta interrogante se
la puede responder México, allí la miseria aumento, aparte de la que ya había a
lo largo y ancho de ese territorio, la pequeña y mediana industria nacional
entro a la quiebra y en consecuencia aumento gravemente el desempleo, los
transgénicos invadieron el campo mexicano y los campesinos se han visto
obligados a abandonar la tierra y la actividad agraria.
Y como si fuera poco algunos economistas han coincidido en
señalar que “el ALCA busca asimismo garantizar que los países latinoamericanos
liquiden o privaticen sus empresas estatales, calificadas como monopolios, y
concedan a las transnacionales el derecho de ingreso, es decir, destruir las
empresas nacionales y establecer un nuevo monopolio privado que debe ser
protegido por la legislación interna. Las políticas de “flexibilización laboral”
reducirán aún más los derechos laborales, particularmente la organización y la
negociación colectivas”.
En medio de todo este escenario que nos dibuja el ALCA, se
requería necesariamente, eliminar la guerrilla colombiana, para poder ejecutar
estos planes y darle rienda suelta a los intereses del gran capital. Allí
radica la importancia para Estados Unidos y los conglomerados económicos tener
una Colombia totalmente pacificada.
LA OTRA VIOLENCIA
Mientras tanto en Colombia y el resto de América Latina,
seguirá desarrollándose la otra guerra, la que avala y promueve el sistema de
dominación imperante, la violencia institucionalizada, la que se trata de
ocultar pero que aparece y se manifiesta en la cotidianidad de las páginas
amarillas de los periódicos, propiedad de la godarria colombiana. Me refiero a
esa violencia horizontal, a los muertos que a diario se registran en los
hospitales, porque no hay los medicamentos necesarios para salvar la vida, a
los sin techo, a los sin tierra, a los excluidos del sistema educativo, a esa
inmensa mayoría de colombianos sin trabajo, a los desplazados por la guerra,
–entre otras variables- que son la expresión de un problema estructural, que
solamente una verdadera revolución de verdad, verdad, podría cambiar.
Esta es la otra cara, que vive el pueblo colombiano, que al
igual que el resto de América Latina y el Caribe, se la siguen comiendo y
saqueando los grandes conglomerados, bajo la figura de EMPRESAS MIXTAS y la
complicidad de los gobiernos que se prestan para cometer semejante fechorías,
en acuerdos perversos, no importándoles el caos en que han sumidos a sus
respectivos pueblos.
SE ACLARA EL PANORAMA
Pero toda esta situación, tiene como ganancia la
particularidad, de despejar el panorama político, de una Colombia y un
continente, que ha estado enredado en ideologías, que son la expresión de
modelos de dominación, que se empezaron a consolidar a partir de 1.945,
terminada la segunda guerra mundial, donde Estados Unidos y la URSS, se
pusieron de acuerdo para repartirse el mundo en el llamado acuerdo de Yalta.
Hoy el llamado socialismo real y el capitalismo en su nueva
versión (neoliberalismo globalizado), no tienen problema en llegar acuerdos,
desde el punto de vista de los intereses del capital y constituir los grandes
conglomerados, donde se fusionan los capitales rusos, chinos, norteamericanos,
ingleses, franceses –entre otros- para convertir el planeta en simple
mercancía, que se puede vender y se puede comprar.
Ahora le corresponderá al pueblo, cuando le llegue la hora
de tomar conciencia de su responsabilidad histórica y de su propio
protagonismo, adelantar las tareas, junto a los grupos revolucionarios que le
puedan aportar avances, en aras de conseguir el proceso emancipatorio donde la
justicia social se coloque en primer plano en el colectivo colombiano.
Las luchas del movimiento indigenista de Colombia, son
ejemplo de la tarea que tiene que desarrollar la masa trabajadora del campo y
la ciudad, los estudiantes, los profesionales y todos aquellos que consideran
que tener otro modelo de civilización es posible, tener otra Colombia
distinta a la conocida es posible, tarea que poco a poco tendrá que darse a
mediano y largo plazo para que como dijera el cura Camilo Torres Restrepo “la
próxima generación de colombianos no sea de esclavos”.