Miguel Angel Hernández
Si hay algo en este momento que
agobia al pueblo trabajador es el alto costo de la vida, y el subsecuente
deterioro de su salario real, es decir, el verdadero valor y capacidad de sus
ingresos para adquirir los productos necesarios para vivir.
Los medios de comunicación
privados, los políticos de la MUD, así como los economistas funcionales a la
burguesía y a la lógica empresarial, opinan permanentemente al respecto, y
exigen al gobierno que siga devaluando la moneda, libere totalmente los precios
de los productos, y que aumente la gasolina. En resumidas cuentas, que
profundice las medidas de ajuste que ya el gobierno viene implementando con el
respaldo del empresariado. Por ello, nos parece necesario dar una explicación a
las razones que originan la inflación. Una perspectiva más cercana a la
realidad cotidiana que viven el pueblo y los trabajadores.
¿Qué origina la inflación?
El gobierno argumenta que la
escasez de alimentos y otros productos, así como la inflación, son producidas
por una supuesta “guerra económica”. Según las fuentes gubernamentales, el
“bachaqueo”, el contrabando y la especulación, serían expresión concreta de
esta guerra económica. Nosotros decimos que esto es completamente falso.
En una economía rentista como la
venezolana, la especulación y el chantaje al Estado para incrementar los
precios de los productos, tradicionalmente han sido recursos utilizados por los
patronos para maximizar sus ganancias, y obtener privilegios de los gobiernos
de turno. Sucedió en el pasado puntofijista, y sigue sucediendo en la
actualidad con el falso socialismo del siglo XXI de Chávez y Maduro. Por ello
no es casual que en los últimos 16 años los sectores que más ganancias han
obtenido son los banqueros, importadores y transnacionales petroleras y de telecomunicaciones.
La alarmante escasez de productos
básicos, la alta inflación, los despidos en empresas públicas y privadas, están
determinados por la caída brutal de la producción global, consecuencia directa
de la recesión económica que vive el país, la cual tiene raíces en la crisis
mundial del capitalismo y en las políticas instrumentadas por el gobierno a lo
largo de los últimos 16 años.
A esto hay que agregar la
impresión descontrolada de dinero ejecutada por el gobierno. Esto se explica
debido al hecho de que la mayoría de los dólares que ingresan al país por
exportación petrolera -casi lo único que exportamos- se asignan a empresarios
al bajo precio de Bs. 6,30, que es la tasa preferencial de cambio con la que se
adquiere el 70% de lo que compramos en el exterior. Además de favorecer la
corrupción y el robo multimillonario de dólares, esto agrava el déficit del
presupuesto estatal, lo cual el gobierno trata de cubrir imprimiendo billetes
sin respaldo en la producción y en las reservas internacionales. Es así como el
aumento de dinero circulante en la economía impulsa la inflación.
Este cuento de la guerra
económica, es una cortina de humo para desviar la atención de los problemas que
a diario vivimos. Es un recurso propagandístico para achacarle a un enemigo
invisible el terrible drama cotidiano de las colas, el desabastecimiento y los
altos precios de los productos, y eludir su responsabilidad en el deterioro
creciente de los salarios y el nivel de vida de la población.
Los empresarios, grandes comerciantes,
transnacionales y banqueros, siempre han sostenido una guerra económica contra
el pueblo. Eso no es nuevo, es consustancial con su carácter de explotadores
del trabajo ajeno.
En rigor, el “bachaqueo”, el
contrabando y la especulación son consecuencia de la escasez de productos. Al
existir desabastecimiento de algún producto, las grandes empresas y
transnacionales, reciben del gobierno los dólares preferenciales que exigen
para adquirir insumos y materias primas, pero en lugar de utilizarlos para producir
en el país, prefieren importar y vender a altos precios. Es decir, compran a
Bs. 6,30 ó 12, y venden a Bs. 200 (precio Simadi) ó 400 (precio del mercado
negro). La escasez y la expectativa constante de aumento de los precios,
incentiva la especulación, el contrabando y el bachaqueo.
Hay sectores de la población que
en medio de la crisis, el desempleo y los bajos salarios, se rebuscan
“bachaqueando”, pero esto tiene un efecto mínimo en la inflación. Los
verdaderos criminales son los altos funcionarios gubernamentales, empresarios y
militares que compran a dólar preferencial y luego venden a precios de mercado
negro. Los estafadores son estos sectores que han desangrado al pueblo con
importaciones fraudulentas y ficticias.
El pueblo trabajador no come
cuentos. Nadie se cree lo que dice el gobierno. Sí hay una guerra económica
pero es la que los empresarios y el gobierno han desatado contra el pueblo para
hacernos pagar la crisis que ellos generaron.
Lo que hay que dolarizar son los
salarios
Esta situación que estamos
viviendo es insostenible. Ya la economía está dolarizada. Compramos al precio
del dólar Simadi o del paralelo, por ello, lo que hay que dolarizar son los
salarios.
Para derrotar esta guerra contra
el pueblo trabajador debemos movilizarnos en la calle para exigir la discusión
de las contrataciones colectivas y un aumento general de salarios que no puede
ser menor a un 150%. Que el salario mínimo se iguale a la canasta básica y se
ajuste cada 3 meses de acuerdo a la inflación. Estas propuestas deben ser
consideradas en un Encuentro Obrero y Popular que discuta un Plan Económico y
Social Alternativo para sacarnos de la grave situación que estamos atravesando.