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Revolución Continental

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domingo, 5 de julio de 2015

Venezuela: Opinión: La “guerra económica”: un cuento que nadie se cree

























Miguel Angel Hernández

Si hay algo en este momento que agobia al pueblo trabajador es el alto costo de la vida, y el subsecuente deterioro de su salario real, es decir, el verdadero valor y capacidad de sus ingresos para adquirir los productos necesarios para vivir.

Los medios de comunicación privados, los políticos de la MUD, así como los economistas funcionales a la burguesía y a la lógica empresarial, opinan permanentemente al respecto, y exigen al gobierno que siga devaluando la moneda, libere totalmente los precios de los productos, y que aumente la gasolina. En resumidas cuentas, que profundice las medidas de ajuste que ya el gobierno viene implementando con el respaldo del empresariado. Por ello, nos parece necesario dar una explicación a las razones que originan la inflación. Una perspectiva más cercana a la realidad cotidiana que viven el pueblo y los trabajadores.

¿Qué origina la inflación?

El gobierno argumenta que la escasez de alimentos y otros productos, así como la inflación, son producidas por una supuesta “guerra económica”. Según las fuentes gubernamentales, el “bachaqueo”, el contrabando y la especulación, serían expresión concreta de esta guerra económica. Nosotros decimos que esto es completamente falso.

En una economía rentista como la venezolana, la especulación y el chantaje al Estado para incrementar los precios de los productos, tradicionalmente han sido recursos utilizados por los patronos para maximizar sus ganancias, y obtener privilegios de los gobiernos de turno. Sucedió en el pasado puntofijista, y sigue sucediendo en la actualidad con el falso socialismo del siglo XXI de Chávez y Maduro. Por ello no es casual que en los últimos 16 años los sectores que más ganancias han obtenido son los banqueros, importadores y transnacionales petroleras y de telecomunicaciones.
La alarmante escasez de productos básicos, la alta inflación, los despidos en empresas públicas y privadas, están determinados por la caída brutal de la producción global, consecuencia directa de la recesión económica que vive el país, la cual tiene raíces en la crisis mundial del capitalismo y en las políticas instrumentadas por el gobierno a lo largo de los últimos 16 años.

A esto hay que agregar la impresión descontrolada de dinero ejecutada por el gobierno. Esto se explica debido al hecho de que la mayoría de los dólares que ingresan al país por exportación petrolera -casi lo único que exportamos- se asignan a empresarios al bajo precio de Bs. 6,30, que es la tasa preferencial de cambio con la que se adquiere el 70% de lo que compramos en el exterior. Además de favorecer la corrupción y el robo multimillonario de dólares, esto agrava el déficit del presupuesto estatal, lo cual el gobierno trata de cubrir imprimiendo billetes sin respaldo en la producción y en las reservas internacionales. Es así como el aumento de dinero circulante en la economía impulsa la inflación.

Este cuento de la guerra económica, es una cortina de humo para desviar la atención de los problemas que a diario vivimos. Es un recurso propagandístico para achacarle a un enemigo invisible el terrible drama cotidiano de las colas, el desabastecimiento y los altos precios de los productos, y eludir su responsabilidad en el deterioro creciente de los salarios y el nivel de vida de la población.

Los empresarios, grandes comerciantes, transnacionales y banqueros, siempre han sostenido una guerra económica contra el pueblo. Eso no es nuevo, es consustancial con su carácter de explotadores del trabajo ajeno.

En rigor, el “bachaqueo”, el contrabando y la especulación son consecuencia de la escasez de productos. Al existir desabastecimiento de algún producto, las grandes empresas y transnacionales, reciben del gobierno los dólares preferenciales que exigen para adquirir insumos y materias primas, pero en lugar de utilizarlos para producir en el país, prefieren importar y vender a altos precios. Es decir, compran a Bs. 6,30 ó 12, y venden a Bs. 200 (precio Simadi) ó 400 (precio del mercado negro). La escasez y la expectativa constante de aumento de los precios, incentiva la especulación, el contrabando y el bachaqueo.

Hay sectores de la población que en medio de la crisis, el desempleo y los bajos salarios, se rebuscan “bachaqueando”, pero esto tiene un efecto mínimo en la inflación. Los verdaderos criminales son los altos funcionarios gubernamentales, empresarios y militares que compran a dólar preferencial y luego venden a precios de mercado negro. Los estafadores son estos sectores que han desangrado al pueblo con importaciones fraudulentas y ficticias.

El pueblo trabajador no come cuentos. Nadie se cree lo que dice el gobierno. Sí hay una guerra económica pero es la que los empresarios y el gobierno han desatado contra el pueblo para hacernos pagar la crisis que ellos generaron.

Lo que hay que dolarizar son los salarios

Esta situación que estamos viviendo es insostenible. Ya la economía está dolarizada. Compramos al precio del dólar Simadi o del paralelo, por ello, lo que hay que dolarizar son los salarios.


Para derrotar esta guerra contra el pueblo trabajador debemos movilizarnos en la calle para exigir la discusión de las contrataciones colectivas y un aumento general de salarios que no puede ser menor a un 150%. Que el salario mínimo se iguale a la canasta básica y se ajuste cada 3 meses de acuerdo a la inflación. Estas propuestas deben ser consideradas en un Encuentro Obrero y Popular que discuta un Plan Económico y Social Alternativo para sacarnos de la grave situación que estamos atravesando.