viernes, 15 de enero de 2010
Del pacto Chávez-Cisneros al viernes negro del siglo XXI
Chávez saltó la talanquera y se volvió escuálido
Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa.
Carlos Marx
… los ricos en Venezuela deben darle gracias a la Revolución Bolivariana, que llegó de manera democrática al poder, porque si no se hubiesen suscitado muchas rebeliones en el país en los últimos años, lo cual hubiese generado una gran inestabilidad.
Hugo Chávez (1)
Un paquete nada socialista
El paquete económico de ajuste implementado por Chávez, cuyo más reciente capítulo es la devaluación monetaria, ha cerrado el círculo que se dibuja desde su irrupción en la escena política, insurgiendo contra un régimen corrupto y neoliberal, cuya bancarrota de representatividad se selló con el Caracazo en febrero de 1989. Y es que, de ser uno de los símbolos del proceso revolucionario venezolano, Chávez ha pasado a encabezar aquellas políticas regresivas contra las cuales irrumpió el proceso de rebeldía popular. Hoy se hace violentamente patente que gobierno chavista y proceso revolucionario no sólo no son equivalentes, sino que son radicalmente antagónicos.
Consagrando el proceso de derechización que ha caracterizado al gobierno durante los últimos cinco años, y especialmente desde el 2008 a la fecha, el presidente Chávez aplicó una de las medidas clásicas del recetario neoliberal en Venezuela, al devaluar la moneda en un 100%(2) y pecharle al pueblo los feroces efectos inflacionarios que esta medida tendrá. Para que no quede lugar a dudas sobre la intención del gobierno de que el pueblo pobre y los trabajadores paguen el costo de la crisis capitalista y mantengan a flote las ganancias del empresariado y la banca privada, la devaluación va acompañada con otras medidas que descaradamente favorecen a la burguesía, como el aumento del 10% al 30% de la cuota de dólares que los exportadores podrán retener sin vender al Banco Central de Venezuela, como producto de sus ventas al exterior; y lo que es peor, el gobierno faculta a CADIVI para otorgar a empresarios el dólar preferencial de 2,60 para el pago de deuda externa privada. En otras palabras, el gobierno no sólo recorta nuestro salario casi a la mitad, de un solo sablazo, sino que además multiplica las ganancias de la burguesía exportadora, que ahora obtendrá el doble de bolívares por dólar y retendrá el triple de dólares, y por si fuera poco le subsidia el pago de sus deudas. Menuda farsa de socialismo. No olvidemos que el capitalismo es un juego de suma cero, donde la ganancia de unos es la pérdida de otros. En este caso, los millones más pobres pagaremos las ganancias de los centenares más ricos.
Hay que recordar que el paquete económico del gobierno no comienza con la devaluación, sino que arranca en el año 2008 con la liberación de los precios de los alimentos, la entrega de un millardo de dólares al empresariado, la flexibilización de los requisitos para las importaciones privadas, y la proclamación de la “alianza estratégica con la burguesía”, todo esto en el infame acto por el “Reimpulso Productivo”, realizado el 11 de junio de ese año. En aquel entonces, como ahora, abundaron las fanfarronadas acerca de tomar estrictas medidas para evitar que la liberación de precios precipitara un aumento en la inflación, un oxímoron discursivo que por supuesto no evitó que Venezuela tuviera el índice de inflación más alto del hemisferio occidental ese año. Por el acto del 11 de junio desfilaron los más representativos dirigentes económicos del golpe de Estado de abril de 2002, esta vez para recibir satisfechos los favores del gobierno.
Luego, el gobierno aseguró durante toda la campaña por la enmienda constitucional, cuyo único objeto era permitir la postulación ilimitada a la reelección del presidente y demás cargos de elección popular, que la crisis capitalista no afectaría a Venezuela, e incluso Chávez dijo que el precio del petróleo podía descender “a 0 dólares”, sin que ello afectara a “la revolución”.(3) Pero no había transcurrido un mes luego de la aprobación de la enmienda, cuando Chávez enterró el discurso de la economía “blindada” y anunció que la crisis capitalista había llegado al país, y para enfrentarla las mayorías populares debían pagar un aumento de un tercio del Impuesto al Valor Agregado, un impuesto regresivo, y que aumentaría el endeudamiento público, al tiempo que el salario mínimo se aumentaría en un porcentaje menor al índice inflacionario, con lo cual habría una disminución del salario real. La banca comercial se puso a las órdenes del gobierno para colaborar en la política anticrisis. Pero todavía debemos remontarnos más atrás, pues la luna de miel entre Chávez y la burguesía no comenzó en el 2008.
Del golpe fascista al pacto con Cisneros
¿Cuál ha sido la transformación que ha posibilitado a Chávez tomar estas medidas de corte neoliberal, siendo que hace pocos años fue atacado con paros patronales, acciones fascistas, y un golpe de estado? Irónicamente, es el pueblo que derrotó al fascismo el que hoy sufre los ataques directos de la política capitalista de ajuste que aplica Chávez, política diseñada en beneficio de los empresarios que dirigieron el golpe y el sabotaje en los años 2002 y 2003.
¿Cómo ha sido esto posible? En realidad el proyecto de Chávez siempre fue nacionalista burgués, nunca fue revolucionario. Por eso el principal operador político de los primeros años de gobierno fue Luis Miquilena, precisamente un representante de la burguesía. La importancia de Miquilena y el sector que él representaba era tal, que Chávez lo protegió cuando el Fiscal General, Javier Elechiguerra intentó enjuiciarlo por adjudicar contratos millonarios a sus propias empresas. En aquel momento, Elechiguerra no era ningún agente de la derecha, más bien había sido abogado de Chávez cuando éste estuvo preso por la rebelión militar del 4 de febrero de 1992. No obstante, Chávez cerró filas con Miquilena, quien poco tiempo después se sumó a las fuerzas golpistas, como es por todos sabido.
A pesar de lo tibio del programa de reformas del gobierno, Fedecámaras, la Iglesia Católica, la burocracia de la CTV, y los militares fascistas, bajo los auspicios del imperialismo yanqui, se lanzaron al derrocamiento del gobierno democráticamente electo porque no toleraban la relativa independencia de Chávez, quien no se plegaba a las órdenes directas del gobierno estadounidense, ni concertaba su gobierno con estos sectores reaccionarios de la sociedad venezolana, e incluso planteaba ciertas orientaciones antimonopolistas. Y para los fascistas lo más grave de todo era que Chávez se apoyaba en la movilización y la organización popular para adelantar su proyecto. Por eso se emplearon a fondo entre 2001 y 2004 en liquidar por la vía de la violencia el proceso revolucionario abierto en 1989.
Es así como esa tremenda movilización popular obligó a Chávez a radicalizar su discurso mucho más de lo que él hubiera previsto, para ponerse a la altura de las expectativas de esa poderosa masa en efervescencia, y a tomar acciones que iban más allá de los estrechos límites de su proyecto original. Y la vía fascista a la que apostaron el empresariado, la Iglesia Católica y los militares, fue derrotada. Esta gran victoria popular abrió el compás para una relativa independencia política de Venezuela respecto del imperialismo.
Así es como llegamos a mediados del 2004, cuando un sector de la burguesía encabezado por Gustavo Cisneros reconoce que la vía golpista ha sido derrotada, y que el Referendo Revocatorio sería ganado ampliamente por Chávez. En ese contexto se realiza la reunión entre Chávez y Cisneros, con la mediación de Jimmy Carter, en la cual, según los voceros del Centro Carter, se acordaron términos de respeto mutuo y apego a la legalidad vigente (implícitamente Cisneros renunciaba al golpismo a cambio de garantías de respeto para sus actividades económicas). Allí podemos ubicar el punto de inicio de un viraje silencioso hacia la normalización de las relaciones entre el gobierno y la burguesía, un proceso por medio del cual la gran victoria popular contra el golpismo fue en cierta medida revertida por la dirigencia chavista, al ser utilizada como moneda de cambio para negociar con la burguesía. La Asamblea Nacional que fue electa en el año 2005, unánimemente chavista, no redactó en cinco años una sola ley revolucionaria o con carácter de transición al socialismo. Los años con los más altos precios petroleros en el siglo XX, exceptuando la época del embargo árabe, se tradujeron en ganancias récord para el sector financiero venezolano, y para los burgueses ligados a la importación, a la construcción y a la venta de bienes y servicios al Estado.
Bonanza para la burguesía
El gobierno no sólo subsidió algunos programas sociales, sino también, y en mayor medida, al capital privado. Un ejemplo de esto fue el plan Venezuela Móvil, por medio del cual se exoneró de impuestos a ensambladoras e importadoras de automóviles, para estimular la compra de vehículos y garantizar ganancias espectaculares a este sector.
El ejemplo de Venezuela Móvil resulta esclarecedor, para ver a dónde fueron a parar los fabulosos ingresos de los años de la bonanza petrolera, que parecieron haberse evaporado por la rapidez con la que el país se hundió en los lodos de la crisis capitalista mundial. Al respecto escribía Miguel Pérez Abad, presidente de Fedeindustria, y uno de los llamados “empresarios socialistas”, en diciembre de 2007:
El boom de la venta de vehículos en Venezuela cada día se evidencia más. Para el cierre del año 2007, las proyecciones indican que podrían colocarse en el mercado casi 500 mil carros. Las facilidades de financiamiento y algunas exoneraciones fiscales, en el caso de Venezuela Móvil, aunado al aumento del poder adquisitivo de la población son factores que han detonado esta bonanza en el sector automotor que, en los últimos cinco años ha registrado un incremento anual de 30 por ciento aproximadamente.
Sin embargo, se calcula que 70 por ciento de los vehículos colocados en el mercado nacional son importados, totalmente ensamblados fuera del país, lo que implica que el proceso de fabricación de ese vehículo no genera ni empleo ni inversión en nuestra tierra. Adicionalmente, datos oficiales señalan que una gran cantidad de divisas a Bs 2.150 se destinan al sector automotor.
O sea, el gobierno bolivariano promueve todas las condiciones para que las ensambladoras y las comercializadoras de vehículos hagan su agosto: ¿Y las retribuciones para el país? ¿Y la contraparte?(4)
Pérez Abad concluye, desde su perspectiva de empresario, que el gobierno debía invertir la relación entre automóviles importados y ensamblados dentro del país, que era de 70% de importados contra 30% de ensamblados en Venezuela, apoyándose en la burguesía nacional. El artículo es muy interesante por cuanto, por un lado revela la confianza de la burguesía en un gobierno nominalmente revolucionario y las condiciones de diálogo entre ambos sectores, y por el otro, revela las limitaciones del gobierno, incluso desde la perspectiva nacionalista burguesa que reivindica Pérez Abad. En otras palabras, ni en el momento político y económico más favorable para el gobierno, los años 2005-2007, éste fue siquiera consecuentemente nacionalista, lo cual sitúa en su justa dimensión sus pretensiones propagandísticas de “socialista” y “revolucionario”. Los sectores más beneficiados por la bonanza fueron los más parasitarios: los importadores y el sector financiero.
La alianza con la oligarquía
Si la victoria contra los golpistas le permitió a Chávez retomar el camino de la gobernabilidad burguesa y buscar acercamientos con los empresarios, la derrota electoral de la reforma constitucional de diciembre de 2007 aceleró y profundizó mucho más el alcance de la que sería bautizada por el propio Chávez como la “alianza estratégica con la burguesía nacional”. El gobierno no disimuló su orientación: otorgó amnistía en diciembre de 2007 a los golpistas (ya en agosto de ese año había liberado a un centenar de paramilitares colombianos detenidos como parte de una conspiración fascista) y rápidamente promovió una alianza con los principales abanderados del golpismo de los años 2002-2003: "a esta burguesía nacional siempre estaremos lanzándole puentes para hacer una gran alianza nacionalista y patriótica", decía el presidente en abril de 2008.(5) La ambigüedad a la hora de definir el “Socialismo del siglo XXI” se despejaba con los ataques al marxismo por ser “dogmático” y “ pasado de moda”(6), así como la reivindicación de Lukashenko o la dictadura capitalista de China como ejemplos a seguir. “No podemos dejarnos arrastrar por las corrientes extremistas. Nosotros no somos extremistas ni podemos serlo. ¡No! Tenemos que buscar alianzas con las clases medias, incluso con la burguesía nacional”, insistía Chávez.(7)
A la par que atacaba a los “extremistas” y “anarquistas”, o sea a la izquierda, Chávez llegó a definirse como socialdemócrata, en una entrevista con el cineasta Sean Penn (8), y a afirmar que “ser rico no es malo”(9), en una entrevista en el canal de Cisneros, Venevisión.
La devaluación del reformismo
No sólo se devaluó la moneda, se devaluó sobre todo la credibilidad del gobierno, su pose de revolucionario, y su pretendida representatividad del proceso revolucionario venezolano. No sólo se devaluó en un 100% el bolívar, sino que lo acompañó el discurso con ínfulas antihegemónicas de Chávez, la fraseología pseudo revolucionaria, el remoquete “del poder popular” de los ministerios, en fin, todo el aparataje propagandístico de un gobierno a todas luces burgués, antipopular, que traicionó las enormes expectativas que levantó en un pueblo que se creció en la lucha y derrotó al imperialismo y al golpismo.
Las recientes argumentaciones del presidente a favor de la devaluación, en las que repite los esquemas utilizados por los gobiernos de la derecha puntofijista, como la supuesta confianza que debemos depositar en la burguesía nacional para que avance en el camino de la sustitución de importaciones, no es algo totalmente novedoso; si bien no es algo totalmente nuevo, ahora choca violentamente con las referencias discursivas al anticapitalismo y el antiimperialismo, reduciéndolas a escombros ideológicos.
En un excelente artículo titulado “Devaluación, petróleo y shopping”, Luis Salas ilustra el fracaso inevitable del reformismo oficial:
Como se recordará, el domingo 29 de julio de 2007 el presidente Hugo Chávez Frías, durante el programa Aló Presidente 288 desde La Cabrerita, estado Anzoátegui, anunció al mundo que Venezuela estaba construyendo un socialismo diferente al que pregonó Marx: un socialismo petrolero. A partir de ese día, dicha calificación (que, paradójicamente, venía siendo utilizada por el escualidismo para referirse despectivamente al proceso de cambios venezolano), se convirtió en el eje definitorio del proyecto bolivariano, es decir, en su modelo de desarrollo socio-económico. En tal sentido, todas las interminables y estériles disertaciones sobre el socialismo del siglo XXI quedaron rendidas ante la evidencia: el uso soberano de la renta petrolera daba señales claras de poder garantizar la igualdad y la justicia sin tener que recurrir a la traumática expropiación de los modos de producción o la abolición de la propiedad privada. Lo que había que tener era un poco de paciencia: dejar que la misma se distribuyera bien en la sociedad corrigiendo paulatinamente las asimetrías del pasado y a la vez impulsando el crecimiento nacional… en realidad lo que nos está costando caro ahora es el haber pretendido que la justicia social y la desigualdad es fundamentalmente un problema de poder adquisitivo, de tal forma que la política económica se ha orientado a impulsar la mejora de la calidad de vida de los sectores populares no a través de una redistribución de los factores de producción, sino de la promoción del consumo subsidiado. Lo que se olvidó en este caso es que por esta vía efectivamente mejora la calidad de vida de la gente, pero no se reduce la desigualdad; lo que termina pasando es que los pobres en efecto son menos pobres pues adquieren más bienes y servicios, pero los ricos también son más ricos dado que, como propietarios de los medios de producción, reciben todas las plusvalías que esta operación redistributiva genera. Si a esto se le suman los impuestos regresivos como el IVA y las medidas conscientes de crear una burguesía nacional subsidiada, no sólo se entiende que tengamos una clase media y alta que, aunque furibundamente opositora en la política, ha sido en definitiva la más beneficiada en lo económico en estos últimos años, sino además que en la pelea por la renta un vez que esta se agota, las virtudes del virtuoso modelo de Petróleo y Shopping muestre todas sus falencias.(10)
Recurriendo a manipulaciones deplorables para intentar encubrir la medida antipopular de la devaluación, Chávez y sus ministros(11) dicen que no hay razones para que los precios de los productos importados aumenten, dicen que expropiarán los comercios en los que se detecte especulación con los precios, dicen que la devaluación nos hará libres por la vía de la sustitución de importaciones, e incluso dicen que quien critica esta medida es “la oposición”, categoría genérica con la que aluden a la derecha. En realidad, más allá de su demagogia oportunista, la derecha está muy satisfecha con las medidas adoptadas por Chávez, y las agremiaciones patronales, incluso las vinculadas a Fedecámaras, han aplaudido la devaluación y las demás medidas conexas que favorecen al empresariado.
El momento propicio para el surgimiento de una alternativa revolucionaria y popular
Estos intentos de Chávez de polarizar posiciones con la derecha, recuerdan el incidente en que el presidente declaró que quienes se oponían a la visita de Uribe a Venezuela en 2008 “le hacían el juego a la derecha”, siendo que Uribe es lo más derechista que hay a nivel de gobiernos en América Latina. En realidad, quien le hace el juego a la derecha es Chávez, quien hace ya tiempo que saltó la talanquera y se volvió un escuálido vestido de rojo, adoptando la misma doble moral y el cinismo que han caracterizado a los escuálidos tradicionales, e incluso adoptando sus recetas económicas y su proyecto histórico de conciliación de clases y favorecimiento del sector más parasitario de la sociedad venezolana, la burguesía.
Y es que, cuando el gobierno y la oposición derechista tienen tan amplias coincidencias, y Consecomercio elogia con entusiasmo la política económica del gobierno, se evapora la falsa polarización entre chavismo y escualidismo que se ha mantenido como un fantasma de los años 2002 y 2003. Sólo un derechista desquiciado como Antonio Ledezma puede decir que la devaluación es "comunismo", y habría que estar tan mal como él para creerle. Aunque no lo acepten, hoy la dirigencia chavista y la escuálida se miran en un espejo, mientras que el pueblo busca una alternativa política para combatir estas medidas económicas que le propinan un brutal golpe, y realizar esas expectativas tan largamente postergadas de cambio social, justicia, y dignidad. Los revolucionarios respondemos que sólo es posible que los explotados se rediman construyendo el socialismo y liquidando el sistema de rapiña capitalista. Desde la Unidad Socialista de Izquierda llamamos a todos los activistas y luchadores honestos a militar con nosotros por una coordinación de sectores populares y obreros en lucha, que sea la expresión de la solidaridad movilizada y organizada del pueblo, en defensa de todos nuestros derechos sociales, económicos, y políticos, amenazados en estos momentos por la crisis capitalista; y que al calor de la movilización forjemos las condiciones para la lucha por nuestra liberación colectiva y el verdadero socialismo revolucionario.
Notas:
1.- http://www.aporrea.org/actualidad/n111274.html
2.- Aunque el cambio será dual, o mejor dicho triple, y se establece un precio de 2,60 BsF por dólar para rubros considerados prioritarios por el gobierno, la mayoría de las importaciones se regirán por el dólar a 4,30 y el mercado negro.
3.- http://www.youtube.com/watch?v=7ye0zUaSQ7w
4.- “Amor con amor se paga”, Diario Panorama, Sección Opinión, página 1-4, 17 de diciembre de 2007.
5.- http://www.aporrea.org/actualidad/n112028.html
6.- http://www.aporrea.org/ideologia/n107017.html
7.- “…tesis como la de la clase obrera como el motor del socialismo y de la revolución están obsoletas… El trabajo hoy es otra cosa, es distinto, está la informática y la telemática, y Carlos Marx ni siquiera podía soñar con estas cosas”. Agencia Bolivariana de Noticias, 22 de julio de 2007. http://www.aporrea.org/ideologia/n98401.html
8.- http://laclase.info/nacionales/presidente-chavez-se-desmarca-del-marxismo-y-se-declara-socialdemocrata-en-entrevista-con
9.- http://laclase.info/nacionales/chavez-yo-no-he-dicho-que-ser-rico-es-malo
10.- http://www.laclase.info/nacionales/devaluacion-petroleo-y-shopping
11.- Los irremediables dirán que la devaluación es una medida socialista, así como subir el IVA y rebajar el salario real de los trabajadores. Los encandilados dirán que la responsabilidad de esta medida recae sobre los asesores presidenciales o los ministros, y que Chávez es víctima de una misteriosa "derecha endógena" que mueve los hilos del poder tras bastidores; que por ello aún es posible que el presidente rectifique su política antipopular. A ellos les recordamos lo que respondió el presidente Chávez el 6 de diciembre de 2007 a los militantes del PSUV que, reunidos en el Poliedro, gritaban consignas contra los ministros por la derrota de la reforma:
Es muy fácil que tú vengas a gritar ahora que los ministros también. ¡No! Los ministros los nombré yo, ¿soy yo el responsable de la falla o no de los ministros? ¡Soy yo, grítame a mí, entonces, soy yo el responsable, yo asumo mi responsabilidad...
(http://politica.eluniversal.com/2007/12/07/pol_art_chavez-regano-a-sus_629375.shtml)
Por: Simón Rodríguez Porras. Militante de la Unidad Socialista de Izquierda.
Fuente: Laclase.info