Aana Caona Emiliana
La Guarura, Sistema Comunicacional Libre y Militante
Frente a los últimos acontecimientos ocurridos en la
refinería de Amuay, debemos en primer momento manifestar nuestra conmoción y
dolor, y expresar solidaridad a las víctimas y a sus familiares.
En un ambiente libre de la insania mental de la
politiquería, un desastre de esta magnitud obliga en forma inmediata a guardar
un respetuoso silencio para atender sus consecuencias y ofrecer apoyo material
y moral a las víctimas.
Seguros estamos que esta ha sido la reacción inmediata de
una gran mayoría de los venezolanos, quienes sienten estos hechos como parte de
una tragedia propia que enluta a los habitantes de un territorio amado por
todos, y cuyo sufrimiento nos reta desde todos los ángulos posibles, como un
requerimiento humano impostergable.
Extraer conclusiones apresuradas sobre los hechos y
difundirlas como matrices de opinión que se incorporan dentro de la contienda
electoral, no sólo revela una falta total de sensibilidad humana frente a la
muerte de estas personas y el dolor de sus familiares, sino también una triste
perversión en la forma cómo enfocamos la realidad cuando ésta no nos afecta
desde el plano personal e individual.
Habría que repetir con aquel poeta británico de principios
del siglo diecisiete, John Donne, aquellos versos que declamaban: “Ningún
hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del
continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda
Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus
amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera
me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso nunca
preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.”
Luego corresponde asumir con sobriedad y racionalidad los
hechos: esclarecer las causas e identificar las responsabilidades. Gesto
asumido estoicamente por el Gobierno Nacional a través de las declaraciones de
sus voceros, y en especial, por el comunicado que el mismo Presidente de la
República dirige a la nación.
Desde estos espacios, apoyamos la conducta sobria y
respetuosa del Gobierno Nacional y hacemos un llamado de alerta a todos
nuestros compañeros de lucha, para que no incurran en las mismas trampas de
pensamiento exhibida por opositores irracionales, quienes no sólo irrespetan el
dolor de las víctimas de este evento, alegrándose o endilgándole calificativos,
sino que especulan sobre sus causas sin esperar el resultado de las investigaciones
técnicas que deberán llevarse a cabo.
Por otra parte, atribuirle un carácter intencional o de
saboteo al suceso, sin tener bases serias que respalden esta aseveración, no es
más que la expresión del mismo problema mental que sufre la oposición venezolana.
Y es también una manifestación de insensibilidad que no nos es permitida a
nosotros, llamados a la construcción de otra forma de hacer política y de
refundar repúblicas.
Si estos hechos son producto de la falta de previsión o
mantenimiento, como ha ocurrido ciertamente en otros escenarios, no podemos
silenciar los errores y ocultar nuestras debilidades. Nuestro deber es señalar
la falla e identificar y sancionar a sus responsables. Sólo así podremos seguir
transitando por un proceso verdaderamente revolucionario.
Un abrazo fraternal a los sobrevivientes y a los familiares
de las víctimas fatales de la explosión de la refinería de Amuay, así como la
expresión de nuestra confianza plena en la superación definitiva de las causas
que hicieron posible la tragedia.