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Revolución Continental

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domingo, 3 de octubre de 2010

impresiones sobre el proceso a Edmundo Chirinos














Queridas compañeras:

En este momento, un día después de la sentencia a Edmundo Chirinos por el femicidio de Roxana Vargas, quisiera hacerles llegar mis impresiones acerca de este juicio, que sin duda alguna constituye un logro para la familia de Roxana, para el Ministerio Público, para las feministas, para las mujeres y para la justicia venezolana. Pero también quiero hacer referencia a algunos vacios que desde mi punto de vista tenemos al frente.

Primero quiero comentarles que las feministas nos organizamos en torno al juicio, unas estaríamos en el tribunal acompañando a la familia de Roxana Vargas, presenciaríamos las audiencias, estableceríamos alianzas con el Ministerio Público, seguiríamos de cerca los avances del juicio e informaríamos al resto lo que arriba estaba ocurriendo por teléfono, twitter y facebook; otras, estarían afuera, en piquete con pancartas, llamando la atención del público, de las y los funcionarias/os del propio tribunal y de la colectividad en general. Cada una escogió su lugar de acuerdo a sus fortalezas y energías, de una manera libre, invitando a toda la que quisiera participar en uno u otro grupo.

El objetivo, hacer presión y tener presencia, que el caso tuviera cobertura en los medios de comunicación, que la familia de Roxana sintiera y tuviera de manera efectiva el apoyo de las feministas, respaldar al Ministerio Público en sus actuaciones, que la defensa de Chirinos evidenciara que la familia de Roxana no estaba sola y por último, que la jueza tuviera que dictar sentencia frente a una sala llena de mujeres y con muchas más en la entrada del Tribunal.

Cada una hizo su trabajo, yo estuve en el grupo que entró al tribunal, pude presenciar la evacuación de las últimas pruebas (informe de antropología forense, relación de llamadas telefónicas y ubicación del móvil de Roxana Vargas el día de su muerte, 1.200 fotos de mujeres –pacientes anestesiadas y desnudas- encontradas en su casa, una carta escrita por Chirinos dirigida a la madre de Roxana donde afirma haber mantenido contactos sexuales frecuentes con ella y su temor de que Roxana le desacreditara públicamente, entre otras); el acto conclusivo, iniciado por el Fiscal Zahir Mundarain con una argumentación legal basada en la legislación nacional y en las Convenciones Internacionales en pro de los derechos de las mujeres, calificando el delito como un femicidio y haciendo posteriormente un extraordinario resumen de todas las pruebas presentadas apoyándose en una presentación de power point que iba mostrando el Fiscal Pedro Montes; luego, la defensa de Chirinos se centró en desacreditar y cuestionar la validez de todas y cada una de las pruebas presentadas por el Ministerio Público, señalando que “el Ministerio Público no ha demostrado nada…no ha demostrado que el Dr. Chirinos asesinó a Roxana Vargas, el es inocente”.

Finalmente, la sentencia de la Jueza Gerdel a 20 años (15 por homicidio calificado y 5 por el agravante que le confiere la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia) y la inhabilitación para el ejercicio de la profesión durante el tiempo de la sentencia. Sentencia dictada a sala plena, por una jueza con voz temblorosa y lectura rápida, yo diría, dictada por una mujer cargada de emociones y tensiones, pero firme en sus decisiones. No pudimos más que aplaudir a esta jueza a su salida de la sala – María Hernández hasta se atrevió a gritar un “Bravo por la jueza valiente”- rompiendo con el protocolo y ante la mirada inquisidora de los alguaciles.

Un juicio de 7 meses que culmina con una victoria para el Ministerio Público muy bien conseguida, ¿pero que vacíos tenemos?

El proceso de investigación evidenció los abusos sexuales cometidos por Edmundo Chirinos en el ejercicio de su profesión contra un sin número de mujeres y jóvenes. Quedó muy claro cómo tenía un salón junto a su consultorio donde anestesiaba a sus pacientes para una “terapia de sueño”, y durante esta terapia las desvestía y las violaba. Esto quedó claro gracias a los escritos de Roxana y los testimonios de otras victimas, las 1.200 fotos de pacientes desnudas, los restos de vello púbico de diversas mujeres encontrados en este salón de terapia (no sólo de Roxana Vargas), el lubricante vaginal encontrado en la gaveta de su escritorio, entre otros. Pero nada de esto estaba reflejado en el delito que se le imputó ni por el que se le sentenció. Como nos dijo el fiscal Mundarain mientras esperábamos que la jueza dictara sentencia: “Es tal vez el mayor violador en serie que hemos tenido en nuestro país.. y seguramente va a salir ileso de todos esos delitos cometidos” y así fue, la sentencia fue por homicidio calificado, pero no hay ninguna mención a los delitos sexuales que fueron evidenciados.

El otro vacío es el abuso de poder dentro del ejercicio de la profesión. El Ministerio público argumentó la existencia de una relación afectiva entre Edmundo Chirinos y Roxana Vargas, avalada por los diversos escritos de Roxana y por la carta de Chirinos a la madre de Roxana donde afirma haber mantenido contactos sexuales frecuentes con la joven. Era claro que Roxana se había vinculado afectivamente con Chirinos, al menos eso es lo que se desprende de la lectura de sus escritos. ¿Pero podemos decir lo mismo de Chirinos? Yo creo que no, impresiona más bien una situación en la que el terapeuta abusa de esta relación de confianza – y de transferencia erótica- de una paciente hacia su terapeuta. ¿No estaremos forzando una relación afectiva porque no tenemos una mejor manera de abordarlo?, pensemos en esto. Aquí la relación no es afectiva, es poder masculino que se impone sobre la mujer en el marco de una relación profesional, donde ella es paciente o cliente. La Ley orgánica sobre el derecho de las mujeres contempla la relación de poder en los ámbitos laboral y académico, pero hay que incluir estos otros contextos, que como el caso de Chirinos, brindan el terreno perfecto para cometer abusos con total impunidad como quedó demostrado.

El tercer y más importante vacío es la ausencia de Roxana. ¿Tuvo que morir Roxana para que se pudieran conocer todos los delitos de Chirinos? Parece que sí. La madre de Roxana me dijo el día del acto conclusivo: “Mi hija fue un ángel hermoso que vino a este mundo para desenmascarar a este monstruo y para que se hiciera justicia, me consuela que su muerte haya servido para hacer justicia por muchas mujeres”. Eso consuela a la madre de Roxana, pero las feministas no podemos estar esperando más Roxanas para poder enjuiciar agresores. Es claro que las condiciones sociales, legales e institucionales que tenemos actualmente aún no son suficientes para garantizarles a las mujeres la protección y la justicia. Hay que seguir trabajando en eso.

Seguramente la defensa de Edmundo Chirinos ya está montando la apelación, hay que prepararse para esto y para todo lo demás que falta.

Magdymar León.
Fuente: elpueblosoberano.net/