Recuerdo cuando en la cuarta república, el carnet del partido era el que mandaba.
Se conseguía trabajo, becas, ascensos, remuneraciones por trabajos no realizados, favores y cuanta cosa se quisiera.
Antaño, eran AD y COPEI los que monoplizaban tal práctica, luego se fue exparciendo el virus, o más bien la metastasis del cáncer, a los otros partidos (incluidos los llamados de izquierda), quienes aunque no tuvieran nada que ofrecer vinculado al erario público y las prebendas oficiales, se las arreglaban para los accesos al partido en cuestión o viajes de formación o cualquier otra nimiedad por el estilo.
Actualmente existen personajes que se identifican (de palabra) con el proceso revolucionario, inclusive con el PSUV y cuales filibusteros, arrementen contra todo aquel que sea considerado opositor o contrarrevolucionario (con razón o sin ella) y en la mayoría de los casos sólo para garantizar sus privilegios recien adquiridos sin el esfuerzo que debe mediar para accesar a los cargos de representación popular o que representen al pueblo para mejorar sus condiciones y elevar su nivel ideológico.
Pues nada, enfilan sus cañoñes y disparan.
No les importa si son ellos mismos los culpables de las derrotas (como ha sucedido en diversas ocasiones, y en las últimas elecciones) todo el mundo es culpable aunque demuestre que son inocentes. No les da la gana de ser gente y listo.
¿Revolución? ¿Qué es eso? Con qué se come?
¿Formarse? ¿Para que?
El interés mayor es su beneficio personal...!
Cuidado con los pseudos revolucionarios, que se pegan a la cola de cuanto funcionario o dirigente aparece, para tratara de obtener sus beneficios, no importa si perjudican en el proceso de jalada, a unos cuantos, ¡pa' eso es la revolución!
Por: Wilmer Ortuño