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Revolución Continental

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miércoles, 6 de enero de 2016

EZLN: PALABRAS EN EL 22 ANIVERSARIO


 DEL INICIO DE LA GUERRA CONTRA EL OLVIDO.

Primero de Enero del 2016,

BUENAS NOCHES, BUENOS DÍAS COMPAÑEROS, COMPAÑERAS BASES DE APOYO DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL, COMPAÑEROS/AS MILICIANOS Y MILICIANAS, INSURGENTAS E INSURGENTES, RESPONSABLES LOCALES Y REGIONALES, AUTORIDADES DE LAS TRES INSTANCIAS DE GOBIERNO AUTÓNOMO, COMPAÑEROS/AS PROMOTORES Y PROMOTORAS DE LAS DIFERENTES ÁREAS DE TRABAJO. COMPAÑEROS, COMPAÑERAS DE LA SEXTA NACIONAL E INTERNACIONAL Y TODOS LOS PRESENTES.

Subcomandante Insurgente Galeano
Compañeras y compañeros, hoy estamos aquí para celebrar el 22 aniversario del inicio de la guerra contra el olvido.
Durante más de 500 años sufrimos la guerra que los poderosos de distintas naciones, lenguas, colores y creencias nos hicieron para aniquilarnos.
Quisieron matarnos, sea matando nuestros cuerpos, sea matando nuestras ideas.
Pero resistimos.
Como pueblos originarios, como guardianes de la madre tierra, resistimos.
No sólo aquí y no sólo el color que somos de la tierra.
En todos los rincones del mundo que dolía antes y duele ahora, hubo y hay gente digna y rebelde que resistió, que resiste contra la muerte que impone el de arriba.
El primero de enero de 1994, hace 22 años, hicimos público el “¡YA BASTA!” que preparamos en silencio digno durante una década.
Callando nuestro dolor preparábamos así el grito de nuestro dolor.
De fuego fue entonces nuestra palabra.
Para despertar a quien dormía.
Para levantar a quien caía.
Para indignar a quien se conformaba y se rendía.
Para rebelar la historia.
Para obligarla a decir lo que callaba.
Para develar la historia de explotaciones, asesinatos, despojos, desprecios y olvidos que se escondía detrás de la historia de arriba.
Esa historia de museos, estatuas, libros de texto, monumentos a la mentira.
Con la muerte de los nuestros, con nuestra sangre, sacudimos la modorra de un mundo resignado a la derrota.
No fueron sólo palabras. La sangre de nuestros caídos y caídas en estos 22 años se sumó a la de años, lustros, décadas, siglos anteriores.
Tuvimos que elegir entonces y elegimos la vida.
Por eso, entonces y ahora, para vivir morimos.
Tan sencilla como nuestra sangre pintando las calles y muros de las ciudades que nos desprecian ahora como antes lo hicieron, fue nuestra palabra entonces.
Y lo sigue siendo:
Como bandera de lucha fueron nuestras 11 demandas: tierra, trabajo, alimentación, salud, educación, vivienda digna, independencia, democracia, libertad, justicia y paz.
Estas demandas fueron las que nos hicieron levantarnos en armas porque es lo que nos hace falta a los pueblos originarios y la mayoría de las personas en este país y en todo el mundo.
De esta manera, emprendimos nuestra lucha en contra de la explotación, marginación, humillación, desprecio, olvido y por todas las injusticias que vivimos causadas por el mal sistema.
Porque para los ricos y poderosos sólo servimos para sus esclavos, para que así ellos sean cada vez más ricos y nosotros cada vez más pobres.
Después de vivir tanto tiempo bajo esta dominación y despojo, dijimos:

¡YA BASTA! ¡Y HASTA AQUÍ SE ACABÓ LA PACIENCIA!

Y vimos que no nos quedó otro camino más que tomar nuestras armas para matar o morir por una causa justa.
Pero no estábamos solos, solas.
No lo estamos ahora.
En México y el Mundo la dignidad tomó las calles y pidió espacio para la palabra.
Entendimos entonces.
A partir de ese momento cambió nuestra forma de lucha y fuimos y somos oído atento y palabra abierta, porque desde un principio sabíamos que una lucha justa del pueblo es por la vida y no por la muerte.
Pero tenemos a un lado nuestras armas, no las dejaremos, estarán con nosotros hasta el final.
Porque vimos que donde nuestro oído fue corazón abierto, el Mandón opuso su palabra de engaño, su corazón de ambición y mentira.
Vimos que la guerra de arriba siguió.
Su plan y su objetivo era y es hacernos la guerra hasta exterminarnos. Por eso en lugar de resolver las justas demandas, preparó y prepara, hizo y hace la guerra con sus armamentos modernos, forma y financia grupos paramilitares, ofrece y reparte migajas aprovechando la ignorancia y la pobreza de algunos.
Ésos mandones de arriba son tontos. Pensaron que quienes estaban dispuestos a escuchar, estaban también dispuestos a venderse, a rendirse, a claudicar.
Se equivocaron entonces.
Se equivocan ahora.
Porque nosotras las zapatistas, los zapatistas, tenemos bien claro que no somos limosneros o inútiles que esperan que todo se les resuelva solo.
Somos pueblos con dignidad, con decisión y conciencia para luchar por la verdadera libertad y justicia para todas, para todos, para todoas. Sin importar su color, su raza, su género, su creencia, su calendario, su geografía.
Por eso nuestra lucha no es local, ni regional, ni siquiera nacional. Es universal.
Porque universales son las injusticias, los crímenes, los despojos, los desprecios, las explotaciones.
Pero también son universales la rebeldía, la rabia, la dignidad, el afán de ser mejores.
Por eso entendimos que era necesario construir nuestra vida nosotros mismos, nosotras mismas, con autonomía.

En medio de las grandes amenazas, de los hostigamientos militares y paramilitares, y las constantes provocaciones del mal gobierno, empezamos a formar nuestro propio sistema de gobernar, nuestra autonomía, con nuestra propia educación, nuestra propia salud, nuestra propia comunicación, nuestra forma de cuidar y trabajar a nuestra madre tierra; nuestra propia política como pueblo y nuestra propia ideología de cómo queremos vivir como pueblos, con otra cultura.

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