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Revolución Continental

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jueves, 30 de julio de 2009

Industria Cultural Imperialista: Arma de Destrucción de la Hegemonía















La construcción de una posible historia universal de la cultura humana supone una experiencia colectiva plagada de espinosas revelaciones y amargas contradicciones; en vista de que situaría a su principal protagonista, el hombre, en una dualidad existencial de avatar y verdugo. Un ser capaz de materializar el pensamiento y a su vez ente destructor de si mismo. Obviar de esta ardua tarea las herramientas críticas que heredan a la colectividad terráquea el Socialismo Científico y el pensamiento libertario, sería una ingenuidad o una metodología que oculta oscuras intenciones. Tanto Marx, Gramsci, Bolívar, Rodríguez, Mariátegui y el Che lograron develar los mecanismos de dominación que la hegemonía cultural organiza para emprender la cosificación de los humanos y la humanización de las cosas; a través de la mercantilización mundial.

Así, el sistema capitalista, amparado en el discurso de una pseudo globalización equitativa, arremete violentamente a través de sus estructuras de dominación y reproducción ideológica (Universidades, Iglesia, Empresas Privadas de Comunicación) contra la diversidad cultural mundial; apuntando de esa forma hacia la estandarización del ser y la construcción de una uniforme cultura internacional, en la que la moda fungiría como entidad etérea que como prestidigitador controlaría el tiempo y la vida misma; en fin, la acción social.

Ante esta realidad; cualquier intento contrario, rebelde, emancipador, subcultural, contracultural, Revolucionario es vilipendiado sin contemplación alguna; así lo demuestra la historia oculta de los oprimidos, que no es más que el relato auténtico de las seis mil millones de vidas hermanas que padecen la distorsión de la verdad y sufren de varias formas las férreas imposiciones de una falsa democracia.

Aunque pretende hacerlo ver como un fenómeno natural, justificado por las tesis del Darwinismo Social y El Fin de la Historia y el Último Hombre, el sistema dominante en su etapa imperialista recurre a los mecanismos de la industria cultural para perpetuar su hegemonía. Orquestando al unísono todo su arsenal mediático es capaz de desvirtuar cualquier expresión de originalidad germinada por la libre creatividad.
Es por ello que alzando la bandera de la conciencia, en defensa de la soberanía y la libre autodeterminación de los pueblos, la República Bolivariana de Venezuela proclama su rumbo hacia una auténtica independencia Revolucionaria y Socialista basada en el derecho autónomo a organizarnos y decidir colectivamente nuestro destino concreto. En esta gran nación, determinamos que sólo a través de la formación constante y la revisión histórica de nuestras realidades podrán emanar los principios rectores de la emancipación y la liberación humana. De esta manera construimos nuestra diversa subjetividad, catalizadora de contenidos. Así, los modos de expresión artística y sus géneros empezarán a comprenderse como canales de comunicación y no como meras y laureadas técnicas que controlan tanto los contenidos como las formas. En síntesis, se trata de lograr a través de la praxis social la construcción de una estética revolucionaria regida por los más elevados principios éticos que tendrán como protagonista a un individuo que actuará en función del resto de la sociedad, que a su vez lo entenderá como engranaje de un todo solidario.
Sólo así; se fortalecerá el sentido de pertenecía, se definirán las identidades, se emancipará nuestro pensamiento y nos liberaremos de la dependiente aprobación e interpretación que de Nuestra-América tiene el eurocentrismo. La Venezuela internacionalista no necesita la crítica del pensamiento único capitalista, ese que auspicia, abala y justifica genocidios a través de tabulas rasas. Ya lo manifestamos el 27 de Febrero de 1989, cuando el imperio recién decretaba la muerte de las utopías. Y aunque sigan divulgando explícitamente que sus guerras son la continuación de sus políticas –evidentemente expansionistas- nos abocamos a la batalla de las ideas.

Sí, nuestra Revolución es pacífica; día a día se arma de ideas, sustenta sus convicciones; pero la injerencia desestabilizadora tiene un límite; unidos se los demostramos en Abril de 2002. Nosotros seguimos construyendo el socialismo, materializando sueños, transformando la realidad, tendiéndoles la mano a los pobres del mundo, creyendo en la esperanza y el utopismo concreto. Creando nuestra espiritualidad.

Pues de lo que se trata es de la preservación de la especie humana o de su aniquilación sistemática.


Por: TatuyTV