Caracas, 8 de abril de 2013
Ante las amenazas a la integridad de los pueblos yukpa y
pemón, y la persecución al Profesor Universitario Lusbi Portillo, las
organizaciones Homo et Natura y Provea.
Excelentísimo Sr. Nicolás Maduro Moros
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Al saludarle con todo mi respeto y consideración, comienzo
diciendo que me ha costado algún tiempo decidirme a escribirle esta carta, ante
la complejidad de la situación que le voy a plantear y lo difícil que resulta
esperar una respuesta favorable de alguien que personifica el poder máximo en
un Estado, cuando uno deja de recurrir a los canales convencionales. No
obstante, tomé la determinación de hacerlo, impulsado inicialmente por la
persecución y acoso a que está sometido un gran luchador social, el Profesor
Universitario Lusbi Portillo, amigo de larga data que ha dedicado casi treinta
(30) años de su vida productiva a la defensa irrestricta de los pueblos indígenas
del estado Zulia, y de modo muy especial a los yukpa, hoy sometidos a un
injusto despojo de sus tierras y violación de su hermosa y riquísima cultura
tradicional.
Mucha gente tiene conocimiento de mi hoja de vida,
convalidada por realizaciones y logros en favor de los pueblos indígenas y
minorizados de Venezuela y del Mundo; mis esfuerzos durante largos decenios por
impulsar la sociodiversidad, el pluralismo cultural y lingüístico, una
interculturalidad dialogante; la búsqueda de un equilibrio sostenible de las
sociedades humanas entre sí, así como entre el Ser Humano, el Planeta Tierra y
el Cosmos que nos alberga a todos por igual. Afortunadamente estos principios
están consagrados en la Constitución Bolivariana y ocupan un lugar privilegiado
en nuestra legislación y en Convenios Internacionales firmados por la
República. Hoy no podemos aspirar a una transformación integral de nuestras
formas de vida en la Tierra, ignorando en “Buen Vivir” de los pueblos
amerindios ni el “Ubuntu” de los pueblos africanos.
Cuando ocurrió en fecha reciente el monstruoso asesinato del
heroico Cacique yukpa Sabino Romero Izarra –nuestro Segundo Guaicaipuro de
estirpe caribe– a manos de unos sicarios contratados, muchos creíamos que tanto
el Gobierno como la Sociedad Venezolana se harían una profunda autocrítica y
aplicarían los correctivos necesarios frente a esa tragedia. Volvimos a
equivocarnos porque el ensañamiento con la familia de Sabino continúa, al igual
que el maltrato contra el pueblo yukpa y, por extensión, a los demás pueblos
indígenas del país. Así lo demuestran los gigantescos planes y proyectos
institucionales, producto de un desarrollismo insostenible e insustentable que ha
venido postergando incluso la justa demarcación de las tierras indígenas,
contrariando de esa manera las prioridades establecidas en la Constitución
Bolivariana.
Ahora para colmo, los mejores aliados del pueblo yukpa, y en
primer término el Profesor Lusbi Portillo, se ven sometidos a injustas y
revanchistas acusaciones e imputaciones judiciales, con el presunto objetivo de
poner fin a la resistencia indígena, obligando a las comunidades y pueblos
originarios a renunciar a sus culturas y organizaciones propias, para
conformarse con modelos de convivencia impuestos a partir de esquemas
eurocéntricos y occidentalizados, aunque lleven el sobrenombre de socialistas.
Esta camisa de fuerza obedece, a su vez, a compromisos
económicos y políticos que en los últimos años ha venido adquiriendo el Estado
venezolano, abriéndose al extractivismo y a la minería legal indiscriminada
hasta en las Áreas Bajo Régimen de Administración Especial; a la creación de
obras de impacto desproporcionado para los frágiles ecosistemas donde se las
pretende ejecutar; a la construcción de ciudades y vías de comunicación que prontamente
desplazarían, con certeza, a sus pobladores indígenas, afrodescendientes y
campesinos actuales. Igualmente crearían enormes focos de contaminación, con la
secuela de contribuir al cambio climático, a la degeneración y pérdida de las
últimas fuentes hídricas: en un Planeta condenado a morir de polución, hambre,
sed, asfixia y enfermedades, debido a la avidez, desenfreno y faraonismo
irresponsables de un modelo suicida de crecimiento, que tuvo su cuna en
el capitalismo pero adquiere cada día más adeptos y adictos en países que se
proclaman progresistas y hasta socialistas.
Sin violentar la modestia ínsita en cada ser humano, creo
contar con la autoridad moral y la solvencia ética necesarias para solicitar
respetuosamente el cese inmediato de la inicua persecución al Maestro Lusbi
Portillo y otros aliados de la causa indígena y ambiental; un trato justo y
equitativo para los pueblos indígenas, sus organizaciones e integrantes a
través de nuestra vasta geografía; la pronta y eficiente demarcación de las tierras
indígenas, ahora felizmente reiniciada por las Instituciones de la República,
la cual de ningún modo significa un peligro o merma para la Soberanía Nacional;
la aplicación concreta de toda nuestra normativa pluriétnica e intercultural;
así como la revisión profunda y sincera de los trillados paradigmas
decimonónicos de desarrollo geocida: en razón de sus indefendibles
componentes económicos, geopolíticos y militares, que en varias partes del
Mundo nos están llevando a una nueva conflagración mundial, acompañada esta vez
de un irreversible holocausto ecológico.
No me siento ni seré nunca un fundamentalista fanático de
causa alguna ni pretendo sobreponer los intereses de los pueblos tradicionales
a los del resto de la humanidad. Lo que quiero y aspiro conseguir a todo trance
es el diálogo intra e intercultural, el intercambio de criterios científicos y
políticos, la interacción inteligente y sustentada en argumentos válidos, que
nos permitan llegar a fórmulas consensuadas lo más rápidamente posible, antes
que los daños sean irremediables.
Tampoco se trata de idealizar a ninguno de los actores
sociales involucrados. Sabemos, por ejemplo, que existen indígenas que se
dedican a la minería artesanal declarada ilegal. Pero no es menos cierto que el
propio Estado venezolano pecó por grave omisión al no perfeccionar ni ejecutar
la excelente iniciativa de la reconversión minera, destinada a obtener para
los pequeños mineros clandestinos su inserción económica y social mediante
otras actividades como, por ejemplo, la agricultura, la artesanía y el
ecoturismo bien reglamentado. Mas por encima de cualquier consideración, no hay
pretexto válido para que algunos jueces y fiscales –entre otros funcionarios,
magistrados y autoridades tanto civiles como militares– violenten y desconozcan
los derechos constitucionales de ningún pueblo indígena.
Por estos y otros motivos a veces difíciles de resumir en
una breve exposición, pero no menos contundentes en sus líneas generales, al
exigir el respeto a los derechos constitucionales del Profesor Portillo también
le pido, Señor Presidente, una nueva y más consciente política indígena y
ambiental. Somos muchos quienes solicitamos la MORATORIA impostergable para el
conjunto de los Planes de Desarrollo de la Nación, su revisión exhaustiva con
la consulta y colaboración permanentes de los protagonistas más compenetrados
con dicha problemática, y la consiguiente elaboración colectiva de un nuevo
paradigma societario ecohumanista que garantice la integridad y soberanía ecológicas
de la Patria, como condición obligatoria para la Salvación del Planeta.
Señor Presidente: Dios y la Patria se lo agradecerán.
También sería una forma póstuma de honrar la memoria del Presidente Chávez,
quien reconoció gallardamente los derechos y apoyó la lucha de los
pueblos indígenas y afrodescendientes por su propia liberación, de la cual
el pueblo yukpa constituye un claro ejemplo.
Consignaré en seguida las siguientes propuestas de necesaria
ejecución inmediata:
- Cese definitivo del acoso y cerco judicial al Profesor Lusbi Portillo y a las organizaciones Homo et Natura y Provea, así como del permanente hostigamiento a los pueblos indígenas yukpa y pemón, entre otros.
- Continuidad y eficiencia en la demarcación de las tierras indígenas, según lo consagrado en la Constitución Bolivariana y en la legislación indígena vigente.
- Una investigación profunda y exhaustiva para determinar la identidad de los autores materiales e intelectuales del asesinato de Sabino Romero Izarra, de su señor padre José Manuel Romero y del resto de los mártires yukpa que fueron sacrificados en defensa de sus tierras y su cultura.
- Una Moratoria para el conjunto de los Planes de la Nación que impliquen posibles daños humanos y ambientales, así como su revisión y paralización donde corresponda, por tratarse de actividades que representan un peligro para nuestra integridad y soberanía ecológicas.
Finalmente, le solicito con el mayor respeto, Señor
Presidente, una audiencia a la mayor brevedad que sus obligaciones y
compromisos permitan, a donde acudiría en compañía de mis asesores,
especialmente aquellos integrantes del Colegio de Sociólogos y Antropólogos,
Institución que me honro en presidir.
Agradeciéndole de antemano la atención prestada a estos
planteamientos, me despido de Usted con los mejores deseos y expectativas.
Dr. Esteban Emilio Mosonyi.
Cédula de Identidad: 1.728.557
e-mail: e-emosonyi@hotmail.com