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Revolución Continental

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viernes, 26 de julio de 2013

¡Colombianos! ¡La Historia continúa!

Freddy Araque

El pasado encuentro de Puerto Ayacucho, entre los presidentes Nicolás Maduro y Juan Manuel Santos, como es común en la artera diplomacia gobernante neogranadina, nuevamente para venezolanos y colombianos de a pie, pasará sin pena ni gloria, y seguirá así..., mientras que la toma de decisiones políticas, anchas y ajenas, inconsultas y arbitrarias se impongan a los intereses de los pueblos —dolientes e inevitables llorones del muerto— que habitan el espacio común fronterizo,  por parte de sendos gobiernos, que, invocando —siempre enhorabuena— una historia común Bolivariana, aunque en la praxis, taxativamente, hoy exhiban opuestos límites ideológicos...

Nuevos brotes en la coyuntura histórica: socialismo vs capitalismo; ayer, Bolivarianismo vs Santanderismo; tiempos de Cossiata y disolución de la Gran Colombia; centralismo vs federalismo; leguleyería y afinidad al incipiente imperio yanqui; y por supuesto, el infaltable epíteto de dictador a todo gobierno progresista, fielmente expresado desde el boicot a la Convención de Ocaña de 1828, y ,de nuevo, fielmente reflejado por esa misma goda élite colombiana, al reconocer a Pedro Carmona Estanga, tras el efímero golpe de estado del 11 de abril de 2002, contra Hugo Chávez, presidente electo de la República Bolivariana de Venezuela.

Ante lo cual no es nada aleatorio que en Venezuela, a partir de 1998, con la llegada al poder de la Revolución Bolivariana, nos “empuntemos”, como decía mi abuela, en retomar las banderas del socialismo, proclamadas desde distintas luchas políticas y experiencias a lo largo de todo el historial latinoamericano de los siglos XIX y XX, Guerras de Independencia, Guerra Federal acaudillada por Zamora, Restauradora de Cipriano Castro, Revolución Mexicana, lucha liberadora de Sandino en Nicaragua, por mentar algunas, pero con especial énfasis la triunfante Revolución Cubana de 1959, inspiradora de nuestra traicionada lucha armada de los años sesenta, bajo los férreos años de la dictadura del Pacto de Punto Fijo —aún con su legado gomecista— impuesta por Washington y su corporativo modelo de explotación petrolera junto al adoctrinamiento militar y criminal impartido desde La Escuela de las Américas.

Diplomacia y política siempre han ido de la mano, pero a veces, más de las veces…, tal es el caso de la diplomacia del país vecino; hay que observarles (y aprender la lección para desaprender) que han sido audaces, por no darles otro calificativo, en haber interpretado y aplicar el cognomento “Diplomático”: “alguien que enmascara u oculta la intencionalidad de lo que dice”, porque siempre han salido gananciosos en todas sus reclamaciones territoriales en contra de nuestro patria, cosa bastante advertida en toda la obra, de obligada consulta, del Dr. Pedro José Lara Peña y otros insignes venezolanos; y además en los más recientes asuntos de índole meramente mercantil e intercambios desiguales, con nuestro gobierno Bolivariano.

No olvidemos que el presidente Hugo Chávez, con amorosas intenciones hacia el, muy suyo, querido y admirado pueblo colombiano, en procura de la paz y las más sanas relaciones, fue vilmente burlado y traicionado por el Dr Varito, Alvaro Uribe Vélez, hasta el punto de intentar asesinarlo —operación Daktari—, y además, según posterior confesión pública suya, desde el ataque a Ecuador, en 2008, por su no tan santo ministro de defensa que después le reemplazaría en el Palacio de Narquiño, impertérrito, declaró: “¡me faltó tiempo… para una operación militar en Venezuela!”, por supuesto tarea que también, seguramente, habría sido encomendada al arcángel Juan Manuel, tan obediente de las leyes...

Todo esto en la más pura tradición santandereana; así como lo ha sido obviar, de manera cínica, el gran problema que generan, hacia su propio pueblo y hacia nuestra patria, el desplazamiento de millones de humildes trabajadores colombianos, conculcándoles sus más elementales derechos humanos, en medio de tantos falsos positivos, con su política terrorista del llamado Plan Colombia, monitoreada por el comando Sur de los EEUU y la IV Flota, desarrollada por su ejército regular y paramilitar al alimón, en la supuesta lucha contra la guerrilla y el narcotráfico; tal es el caso de las persistentes arremetidas contra los campesinos del Catatumbo, hoy en sus justas luchas reivindicativas por la propiedad de la tierra, precisamente para torpedear los diálogos de paz con la FARC llevados actualmente en la Habana, luego de 60 años sin tregua y traición permanentes.

Sinceramente, de continuar su impronta y es lo más probable, el diálogo con tal canalla diplomática, si es que tiene que hacerse —incluido pañuelo en la nariz— querrámoslo o no, jamás será con el honrado pueblo colombiano, sino contra otro modelo político y antagónico a nuestra economía, será con el lobby político firmante del TLC con EEUU y el de la implantación de las siete bases militares (de factura made in USA, también); será con los que representan sibilinamente los intereses de los narco-empresarios maulas que siembran de droga nuestras ciudades, arruinando nuestra juventud y corrompiendo el alma de nuestras más sagradas instituciones; será con el binomio terratenientes-paramilitares, confabulados agentes de la diáspora colombiana; será con la clase comerciante más voraz de nuestro continente, capaz de entregar y vender su patria y alma al diablo, en desmedro de sus vecinos y los suyos propios, acciones ampliamente reseñadas en su oscura historia, como fue la separación del istmo, para negociar directamente con el imperio norteamericano la construcción del canal de Panamá, y finalmente, tal diálogo hasta ahora, siempre será con esa misma clase política que intentó asesinar a nuestro Libertador Simón Bolívar, que lo hizo con Sucre en Berruecos, con el general Uribe Uribe, con Jorge Eliécer Gaitán, con Guadalupe Salcedo, con Camilo Torres, con los mártires de la Unión Patriótica, con Raúl Reyes y tantos valeroso guerrilleros caídos en combate al igual que miles y miles de colombianos como los hallados en la fosa de La Macarena…; de todo lo anterior, nada nos sorprenda, el conde Drácula, perfectamente, podría ser el canciller de la rancia diplomacia de la oligarquía colombiana.

Tal panorama desolador para nada indica que los sueños  libertarios, por los cuales combatieron y ofrendaron sus vidas Antonio Ricaurte y Atanasio Girardot, hayan claudicado, precisamente, a 230 años del nacimiento de nuestro padre común, el Libertador Simón Bolívar, hoy están más vigentes que nunca, al lado de las luchas populares y los movimientos progresistas silenciados por CÑM, CARACOL, RCN, GLOBOTERROR y VENOVISION. Ambas gestas, heroicas y cotidianas, perviven en la memoria de los pueblos Bolivarianos de la Patria Grande, no estamos solos ni aislados, nuestro enemigo común es el mismo imperialismo de siempre y hay que derrotarlo, siguiendo el ejemplo de nuestros grandes líderes: Martí, Fidel , el Che y Hugo Chávez Frías, a quienes los sueños del Libertador convocan en la arenga de Domingo Choquehuanca: “Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina".

En su última proclama del 10 de diciembre de 1830, en Santa Marta, recordemos lo significativo de esa visión amorosa y compasiva, atribuible a cada revolucionario, según el Che, y encarnada en cada gesto de la vida del Libertador:

 “Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. / “He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono”.

José Martí, Bolivariano irredomable, de ese mismo espíritu de los grandes majaderos de la historia, en adversas circunstancias, en el prólogo al Ismaelillo, hermoso libro concebido en Venezuela, con emparentada resonancia, escribió lo siguiente:

Hijo: Espantado de todo me refugio en tí. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti. 
                         
De este modo, en compromiso admirable con su propia conciencia, con su alma y con la historia plasmada en los versos de Choquehuanca, cuando todos —incluyendo a la veleidosa fortuna— le abandonan, sin ningún rictus de amargura, aún puede decir:

¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.
¡Colombianos! ¡La historia continúa!

fredy.araque@gmail.com