Luego de la requisa-masacre, se generó como es
natural la desesperación y angustia de los familiares y amigos por saber
quiénes eran los caídos, quiénes los heridos. Sin tener cómo informarnos nos
dirigimos hasta el hospital, donde por supuesto no se hicieron esperar las
fuerzas represivas, que claramente se apostaron para cumplir el mandato de
“mantener el orden”; para ello desplegaban todo el equipo antimotines.
Pudimos observar en perfecta armonía y
sincronía a funcionarios de la Guardia Nacional, la Policía Nacional, la
Policía del estado Lara entre otros, que desde hace bastante tiempo eran
incapaces de coordinar acciones para combatir la llamada inseguridad, quedando
claro que a la hora de reprimir al pueblo y defender los intereses del Estado
saldan automáticamente las supuestas diferencias y se unen en un solo brazo
ejecutor.
Más tarde llegaron los del CICPC, DISIP y DIM,
realizando un despliegue perfectamente unificado de acciones represivas en las
que no faltaron empujones, golpes con los escudos, disparos con perdigones
-esta vez al aire por estar en el hospital- y acciones intimidatorias por parte
de los funcionarios del CICPC, DISIP y DIM que con sendas armas de guerras
amenazaban a los familiares.
Así mismo se observaban a los policías
apostados en la parte alta del hospital apuntando a los familiares que tomaban
fotografías o a otros que se atrevían a reclamar sus derechos. Pensamos que no
hubo más represalias porque allí habían medios de comunicación y gente grabando
con sus celulares y eso limitó en cierta medida a los uniformados; aunque no se
cuidaron de ocultar su sadismo cuando ante el dolor de los familiares y los
gritos de desesperación, se burlaban en la cara de las personas que solo
clamaban por conocer el estado de salud de los suyos. Tampoco faltó el cordón
de aislamiento y desinformación por parte de las autoridades de la institución
hospitalaria, la cual en alguna medida se comprende debido al colapso del
Hospital Central de Barquisimeto.
De igual manera, en la morgue las personas
desbordadas en llanto corrían y gritaban al comprobar que allí estaban sus
familiares, en tanto que otros con la esperanza de que estuvieran vivos al no
encontrarlos en la morgue, rogaban que no se contaran entre los muertos no
trasladados desde el penal.
Allí nuevamente vimos a los medios de
comunicación grabando tanto entrevistas como las acciones de los funcionarios
terroristas, creíamos que toda esa información sería difundida y no solo el
parte oficial, pero al ver la reseña en los medios comprendimos lo que los
periodistas horas antes nos habían advertido “no sabemos si el canal lo saque”,
y a la final apenas salieron algunas solicitudes de los familiares. Mientras todo
este infierno ocurría la ministro evadía su responsabilidad y mentía
descaradamente, toda vez que el acuerdo que ella y su despacho incumplió era la
realización de una “requisa pacífica”, la cual terminó en masacre, traslados y
desalojo del penal.
MANIFIESTO DE LIBERACION POPULAR.
¡ABAJO LOS MUROS DE LAS PRISIONES!
LARA, 26.01.20012