Sociedad Homo et Natura
Con el silencio de las máximas autoridades del Ministerio
Público y del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Ineriores,
Justicia y Paz, y las acusaciones manías del CICPC/El Nacional (14/06/13:
Ciudadanos Sucesos 12) contra los hijos de Sabino se pretende proteger los dos
ganaderos que pagaron para asesinar a Sabino Romero Izarra, así como a los
sicarios contratados con dinero recolectado. Ganaderos, verdugos, policía y
periodistas están huyendo pa’ lante, pero se les ve la costura desde lejos.
La ciudadana Dr. Luisa Ortega Díaz y el ciudadano Miguel
Rodríguez Torres deben decirle la verdad al pueblo venezolano y en especial a
su familia sobre quiénes son los actores materiales e intelectuales del
asesinato de Sabino, en lugar de permitir que sus subalternos sigan inventando
en Machiques y Maracaibo malabarismos administrativos y policiales más cercanos
a la novela policial de pacotilla que a una investigación penal seria que tenga
la búsqueda de la verdad como su principal objetivo, en este último artificio
que montaron se lee: “De acuerdo con las pesquisas por agentes de la
subdelegación de esa localidad y de la División Antiextorsión y Secuestro, se
determinó que Isidro y Sabino Romero Martínez, de 24 y 28 años de edad
respectivamente, estarían implicados en el secuestro del ganadero Miguel Ángel
Quivera Martínez, de 38 años de edad, y del obrero colombiano Rubén Epiayuu
Fernández… Los plagiaron fueron vistos cuando se llevaban a Quivera y al obrero
en motocicletas. Eran cinco encapuchados que vestían ropa camuflada tipo
militar y llevaban armas largas... Los cruces de llamadas establecieron que los
hermanos usaron un teléfono personal durante las negociaciones con un amigo del
ganadero, que facilitó el dinero. Uno de los teléfonos usados tenía la inscripción
“Sabinito” en la carcasa. El cobro del rescate lo hizo una mujer en el sector
El Tocuco” (El Nacional, 14/06/13, Javier Ignacio Mayorca).
Esta publicación del diario “El Nacional”, deja ver
claramente el alcance de los tentáculos que tienen los rostros del poder de
Machiques y Maracaibo. Esos que hoy se mueven para que no sean develados
públicamente y llevados a juicio para determinar su participación en el
asesinato del Cacique Sabino Romero, para ello, hacen uso de la canalla
mediática, una de sus armas más poderosas, que les ha funcionado a lo largo de
la historia por tratarse de la misma clase, la misma de los dueños de las
empresas de la comunicación, una clase que con sus trabajadores al servicio del
dinero utilizan las herramientas que sean necesarias para materializar el odio
que los mueve, el racismo que los lleva a buscar métodos más sofisticados que
los usados por sus antepasados cuando salían a cazar indígenas para despojarlos
de sus territorios. Las herramientas que utilizan varían según el contexto y el
propósito cuando requieren eliminar un peligro inminente a sus intereses, bien
sea para desaparecer físicamente a un luchador de un pueblo digno y de una
lucha digna o para deshacerse de un testigo cuya declaración podría hundirlos
en una sala de juicio, ellos según el caso seleccionan la herramienta que mejor
les convenga: puede ser un sicario con armas de fuego y cuchillo para sacar los
ojos y sembrar el pánico (como lo hicieron con el luchador Alexander Fernández
Fernández y su hermano José Luis), o cuando necesitan métodos más finos, más
delicados, entonces usan plumas, lápices, grabadores, periodistas y empresas de
comunicación.
Salvar a la empresa de comunicación sería ingenuo a estas
alturas, sería desconocer los intereses de clase, pero observar un trabajador
de la comunicación, que debió conocer en la universidad donde estudió los
principios deontológicos del oficio al que dedica su vida si es realmente
lamentable, leer cómo aborda un tema sin conocer la menor referencia histórica
al respecto, poniéndose al servicio de intereses oscuros, redactando una
noticia sin fuentes humanas claras, sin soporte informativo alguno, prestándose
a una maniobra policial desarrollada desde Machiques y Maracaibo en beneficio
de los implicados en la muerte del Gran Cacique Yukpa Caribe Sabino Romero,
reproduciendo el mismo esquema en el tratamiento de noticias que lo
criminalizaron en vida y que durante todos estos años ha desarrollado
sistemáticamente el diario regional “La Verdad” ante el tema, repetimos, es
lamentable, más aun, preocupa. No se necesita ser un gran analista para darse
cuenta que esta noticia tiene la intención comunicativa de generarle sombra a
Sabino y a su familia, haciéndola pasar por una familia de delincuentes y
pillos, de quienes hay que cuidarse y así agradecer a los asesinos y sus
contratantes ganaderos de la ciudad de Machiques el esfuerzo que hacen por
eliminar de raíz, lo que desde su parecer racista, es ese cáncer en
metástasis.
Sin embargo, la estrategia que subyace es más perversa en el
juego de las relaciones de poder, estas trampas mediáticas, estas hoyas
periodísticas hirviendo de miserias humanas junto a otras formas de ejecución
como el asesinato, lo que buscan es eliminar a los testigos claves para
demostrar y penalizar las autorías del homicidio del cacique Sabino Romero,
ante un escenario judicial donde todo apunta hacia la radicación de la caso
fuera del estado Zulia, dado los poderosos intereses que están en juego en este
asesinato. Eso es lo que está en juego, lo que se están jugando, pero
insistimos, deben actuar las fuerzas del Estado revolucionario con firmeza y
decisión, las autoridades no pueden permitir que les desmantelen los testigos y
medios probatorios que permitirán hacer justicia en un juicio que el pueblo
venezolano espera y que permitirá reivindicar en este primer Gobierno chavista
las banderas contra la impunidad que tanto señaló el Presidente Chávez,
necesario es actuar con diligencia para que los siervos de armas, corbatas y
lápices no logren hacer del caso una entelequia que en la sala de juicio se
convierta en un castillo de arena que al menor pavoneo del poder ganadero se
desmorone y cuya sentencia sólo permita hacer pagar ante la justicia venezolana
a dos o tres sicarios que hasta los monaguillos de Machiques conocen de sus
andanzas.