Por:
Miguel Lamas (El Socialista- Izquierda
Socialista-Argentina)
No es algo común que renuncie un Papa. Hace casi 600 años
que no ocurría. Por eso, pese a tener 85 años, sorprendió la decisión de Joseph
Ratzinger, Benedicto XVI, alegando “cansancio físico y espiritual”. La realidad
es que estuvo desbordado por una ola de escándalos nuevos y antiguos -estafas
financieras, pedofilia, etcétera- y una crisis profunda de la Iglesia Católica
que pierde año a año millones de fieles.
Fue electo Papa en el 2005, después de la muerte de su
antecesor Juan Pablo II. Antes había presidido durante 25 años la Congregación
para la Doctrina de la Fe. Fue de la juventud nazi en 1939 (Ratzinger alegó que
la afiliación en la Alemania nazi era obligatoria).
Ratzinger será recordado como uno de los Papas más
reaccionarios. En enero de 2009 levantó la excomunión de cuatro obispos
integristas del movimiento ultraconservador de Marcel Lefebvre, entre ellos al
británico Richard Williamson, quien niega la existencia del Holocausto nazi.
Ratzinger se opuso férreamente al derecho al aborto, a los derechos de los
homosexuales, al uso de preservativos, a la posibilidad del matrimonio de
sacerdotes, a la eutanasia y al divorcio. Trató de “solucionar” las miles de
denuncias contra curas y obispos pedófilos, pidiendo perdón a las víctimas. El
cardenal de Los Angeles Roger Mahoy fue destituido y obligado a entregar
archivos con los nombres de 124 curas abusadores de niños. La Iglesia les pagó
660 millones de dólares de indemnización a 500 víctimas para tapar el
escándalo, casi siempre obligada por la justicia. Hasta el propio Papa fue
acusado de proteger a pederastas cuando dirigía el “Santo Oficio”. Los hechos
fueron demostrando que la estructura totalitaria, jerárquica y sexualmente
represiva de la Iglesia Católica facilitó y facilita que surjan aberraciones
como maltrato a niños y pederastia.
Los escándalos financieros
Como no podía ser de otra manera, la crisis financiera
capitalista también afectó a la Iglesia Católica que está metida de cabeza en
la gran banca a través del Instituto de Obras Religiosas (IOR). El IOR fue
presidido durante dos décadas, hasta 1989, por el obispo yanqui Paul Marcinkus
quien estuvo involucrado en el peor escándalo financiero de la historia de la
Iglesia con el Banco Ambrosiano, que quebró y su presidente Roberto Calvi
apareció colgado del puente de Londres. El IOR tuvo que pagar 240 millones de
dólares para cubrir las deudas del Banco Ambrosiano y Marcinkus fue jubilado.
Sus sucesores volvieron a las andadas. El año pasado estalló
un nuevo escándalo financiero, aún no esclarecido. La Policía italiana
encontró, en junio de 2012, documentos confidenciales en la casa y oficina del
ex presidente del Banco del Vaticano Ettore Gotti Tedeschi, ubicadas en la
ciudad de Milán (noroeste), dirigidos a sus "amigos de más confianza"
a los que habría advertido "si me asesinan, buscad en estas cartas"
información sobre importantes personajes de la Santa Sede. Gotti Tedeschi y el
director general del IOR, Paolo Cipriani, están siendo investigados desde el
2010 por no poder explicar el origen de 23 millones de euros que el Banco del
Vaticano transfirió entre cuentas que tenía en otras dos entidades. A Tedeschi
lo echaron. Pero sigue sin aclararse el origen de los fondos. Tedeschi trata de
cubrirse para no seguir la suerte de Roberto Calvi… y aparecer colgado en algún
puente.
Mientras tanto, la filtración de documentos secretos y
cartas con acusaciones mutuas relacionadas con los malos manejos financieros,
parecen no tener fin. Evidencian una fuerte disputa, no precisamente por
asuntos teológicos, al interior del Vaticano.
Aunque cambie el Papa, la Iglesia no tiene cura
Conocemos católicos, e incluso curas, que honestamente
buscan interpretar al mensaje cristiano como sirviendo a los pobres. Los
respetamos. Pero otra cosa es la institución Iglesia Católica, con sus obispos
y Papa al frente.
La pederastia la destaparon parcialmente, obligados por la
movilización de las víctimas. Sin embargo, el apoyo de la Iglesia a los peores
regímenes genocidas (nazismo, fascismo, Franco, Videla), siguen tratando que quede
en la penumbra. Y la sociedad de la privilegiada jerarquía eclesiástica con los
banqueros y grandes capitalistas los hunde en la misma corrupción, estafa al
pueblo y peleas entre ellos.
Tras la renuncia se lamentaron el presidente yanqui Obama,
el de Israel Shimon Peres, el Rey Juan Carlos, Angela Merkel y el inglés
Cameron, entre otros. Por nuestra parte decimos que la Iglesia Católica, como
institución, dirigida por privilegiados, aliados a los grandes capitalistas y
al imperialismo, para engañar y reprimir a los pobres, no tiene cura, aunque
cambie de Papa.