El 19 de abril de 1810 prefigura la tentativa
revolucionaria más cohesionada para continuar la anhelada independencia
hispanoamericana, aunque el pueblo verdadero, el que trabaja, no se vio
propiamente reflejado en su protagonismo, fueron los aristócratas y la gran
burguesía caraqueña, los que figuraron con sus grandes intereses en este hecho
histórico político de la conformación de nuestra patria, no en balde, al
desconocer a José Bonaparte como gobernante de España en ese momento, aquella
denominación de Junta Suprema conservadora de los
derechos de Fernando VII, le dejaba ver sus costuras al mismo
tiempo.
Algo es algo.
Estos años bicentenarios no sólo son de
nostalgia, nuestra historia está indisolublemente ligada al destino de todos
los que vivimos en esta patria y de lo que pueda pasar en adelante; como aquel
11 y 13, no digamos —irrevocablemente— que hay abriles que no volverán… 2002 es
nuestra más reciente lección de historia contemporánea, aunque Guillermo Morón
se de un demorón en reconocerlo, ello
nos hace aterrizar en las significaciones de los hechos políticos que sólo estaban en manidos manuales y anales de historia patria, ya que ésta nos es viva de
ahora en adelante… El nuevo rostro de Simón Bolívar, que tanto detesta la
oligarquía venezolana, por supuesto que nada tiene que ver con la iconografía
de David tan cercana al mismo Bonaparte que intentaba remedar al caraqueño
universal con un perfil griego que nunca tuvo sino en las monedas y en las estatuas
elaboradas siempre en Europa por lo visto.
Lo demás es harina de ese mismo costal
que el comandante Chávez se echó al hombro y que ahora cargamos para amasar el
pan de nuestro porvenir y conciencia libertaria.
Y también en abril con el Cristo puesto
en sus manos, aquella madrugada en Miraflores, haber perdonado a la burguesía y
a los perversos medios de comunicación que habían descaradamente apoyado la
conspiración golpista, cuando todo el pueblo estaba en la calle clamando
justicia y castigo para los culpables de la masacre de Puente Llaguno y todos
los desmanes de la breve tiranía de Carmona, evidentemente fue un gesto
generoso del comandante Chávez, al mandar a la gente a dormir tranquilamente a
sus casas, cosa que jamás ha hecho la burguesía apátrida ni logró valorarlo, y
que el mismo comandante, a lo largo de sus últimos abriles, tendría que pagarlo
con su vida, fiel a la consigna del Che, en una revolución si es verdadera se
triunfa o se muere.
Estos miserables que se dicen llamar la
oposición “venezolana” jamás le dieron tregua desde ese mismo día 13 de abril y
aún no han terminado porque ahora más que nunca le temen a su eterna presencia.
El último abril de la victoriosa Revolución
Bolivariana de 2013 nos espetó el viejo refrán popular "si
las barbas de tu vecino ves pelar, pon las tuyas a remojar", victoria con
sabor a derrota por demás, como dijera Vladimir Acosta, pero victoria al fin,
ratificada por el Consejo Nacional Electoral, los veedores y la comunidad internacional, exceptuando a USA
y sus siguis correspondientes, aunque el patiquín derrotado objetara lo
contrario —cual ladrón que grita “¡mi
cartera!”, cuando él mismo la ha robado— y aún nos preguntamos ¿porqué más de 800 “chavistas de los nuestros” no votaron
aquél día en que se decidía la concreción del sueño Bolivariano?, y el adicto adepto
de TFP, asalta embajadas, ex alcalde de Baruta y “gobernador de Miranda” elegido
por el mismo CNE que él abruptamente desconoce sistemáticamente desde su
derrota por K.O. el 7 de octubre de 2012, fiel al
culto goebbeliano de la mentira y parodiando inversamente a Kotepa Delgado,
miente que algo queda, al día siguiente, temerario da las siguientes
declaraciones vía Globoterror: “Descarguen toda esa arrechera”, en
nombre de “la paz”, de nuevo en abril, evidentemente ensayando “nueva
modalidad” de golpe de estado factura Honduras-Bolivia-Ecuador-Paraguay, y tras
los caerolazos el pueblo chavista, como siempre colocando sus muertos, 9 en
este caso, más de 120 heridos y algunos CDI y sedes del PSUV presa de las llamas, todo este caldo de
terrorismo programado para desconocer maquiavélicamente, por orden del imperio,
a las mayorías venezolanas que optaron por la propuesta política del comandante
Chávez encarnada en Nicolás Maduro hacia
la conformación del socialismo del siglo XXI.
Nuevamente la doctrina Bolivariana del
Libertador nos ilustra al respecto, en el Manifiesto de Cartagena, analizando
las causas de la pérdida de la primera república, más claro no canta un gallo:
"a
cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración
que se volvía a perdonar: porque los gobiernos liberales deben distinguirse por
la clemencia. ¡Clemencia criminal, que contribuyó más que nada. a derribar la
máquina, que todavía no habíamos enteramente concluido”
Si Bolívar desterrado en Santa Marta,
creyendo que había arado en el mar, murió sin pueblo, no es lo mismo que Hugo
Chávez Frías, con un pueblo que le acompañará eternamente para hacer realidad
el sueño antiimperialista del padre de la patria.
FREDDY ARAQUE
fredy.araque@gmail.com